“La casa 112 de Ocean Avenue (en Amityville) está bajo el dominio de algunos espíritus que escapan al conocimiento humano actual”.
Jay Anson
El 112 de Ocean Avenue, en Amityville, en el sur de Long Island, a veinte millas de la ciudad de Nueva York, puede denominarse “mansión” por lo grande que es. Además de la construcción, abarca
bastantes hectáreas y un embarcadero. Está en una buena zona dentro del estado y su precio no sería asequible de no haber ocurrido allí un asesinato múltiple muy célebre, que dio origen a una
novela de terror, varias películas y un fraude inmenso.
El terreno fue inicialmente utilizado por los indios nativos shinnecocks para dejar allí a los locos, a los moribundos y a los enfermos. Se les dejaba allí aprisionados hasta que morían de hambre
y sed. Luego se les enterraba allí mismo. Esa costumbre duró siglos.
A finales del siglo XVII, los colonizadores se apropiaron del territorio. La primera casa que allí se levantó comenzó a construirse a partir del sótano, y más tarde se construyó el resto de la
casa, siendo ésta de origen colonial holandés. El dueño era John Catchum o Ketcham, quien había sido expulsado de Salem, Massachussets, por practicar la brujería. Una vez en la mansión, había
continuado llevando a cabo ritos satánicos, con sacrificios que incluían animales y, según se rumoraba, niños. Cuando murió, fue enterrado en los terrenos de la casa y esta fue quemada.
La segunda mansión se construyó en 1928 y es la que hasta la fecha existe. El constructor fue un hombre llamado Monarham. Varias familias fueron sus dueñas, hasta que los Riley la vendieron a la
familia DeFeo. Tras los incidentes que allí ocurrieron, se descubrió una habitación pequeña en el sótano que contenía un pozo y que no estaba ilustrada en los planos. Esta habitación tenía las
paredes pintadas de rojo y se convirtió en uno de los misterios de la mansión de Amityville.
La familia DeFeo llegó a instalarse en esa casa. El padre tenía marcados cambios de humor sin motivo aparente, convirtiéndose en una especie de tirano ante sus hijos, mientras que ante sus
amistades era una persona amable y afable.
Los hermanos DeFeo en la mansión de Amityville
Ronald DeFeo, su hijo, tuvo siempre una mala relación con su padre debido a los enfrentamientos con éste. Ambos se parecían en el carácter violento. Ronald tuvo que soportar la tiranía del padre
y tragarse las fuertes discusiones con la madre. Se convirtió en un niño solitario que años más tarde explotaría. Para paliar el comportamiento de Ronald, sus padres se dedicaron a comprarlo. Le
hacían regalos y le daban dinero a cambio de tener una convivencia más tranquila. El tener tanto dinero en las manos sólo empeoró las cosas en el joven estudiante. Cuando Ronald estudiaba llegó a
liderar un grupo de violentos vándalos. En esa época tomaba LSD y también coqueteaba peligrosamente con la heroína. Sus padres decidieron sacarlo de la escuela parroquial cuando tenía apenas
diecisiete años. Visitó a varios psicólogos y psiquiatras debido a su comportamiento violento. Sin embargo, no consiguieron ayudarlo, pues mantenía esa conducta delante de los médicos.
El trastornado Ronald DeFeo
Ronald tuvo varios problemas en su adolescencia y creó situaciones delicadas durante algunas fiestas a las que fue invitado. En una de ellas, apuntó con su escopeta a la cabeza de uno de sus
amigos, sembrando el pánico. Tras unos tensos segundos le dijo
"Vaya... te has puesto blanco". El incidente no pasó a mayores, pero tiempo después se recordaría con horror. Mientras
tanto el matrimonio DeFeo seguía teniendo fuertes discusiones y en una ocasión Ronald, harto de presenciarlas, se dirigió a la sala con una escopeta en las manos y apuntó a su padre. Le gritó que
abandonara de una vez a su madre y le aseguró que le iba a hacer pagar por sus malos tratos. Luego disparó, pero el gatillo se trabó y no ocurrió nada. Ronald además había empezado a realizar
sacrificios satánicos en el sótano de la casa, en el cuarto secreto detrás de la alacena: mataba perros y cerdos y pintaba con su sangre las paredes pidiendo dinero y poder.
Ronald buscó más dinero fácil y cometió un robo en la empresa de su abuelo. Tenía que ingresar el dinero al banco, pero no lo hizo, asegurando que le habían robado. Cuando la policía lo interrogó
se dieron cuenta de que algo fallaba en su historia y el abuelo decidió dejarlo pasar y no poner una demanda. En ese momento, Ronald odiaba a su padre, tenía un carácter explosivo y era violento.
Días después de su delito pecuniario cometió otro más grande, que dio origen a la leyenda negra de la mansión de Amityville: asesinar a toda su familia.
Las víctimas: toda la familia DeFeo
El 13 de noviembre de 1974, Ronald DeFeo llevó a cabo lo que llevaba tiempo planeando, aunque luego declararía que aquello fue una “orden” porque escuchaba voces que le decían que tenía que
hacerlo. Drogó a toda su familia para que no se despertaran. Ni siquiera se acostó, sólo se tumbó sobre la cama. Esperó a las 3:15 de la madrugada; llegada la hora, se levantó y cogió un rifle de
caza de los muchos que tenía en su habitación, pues era aficionado a la cacería.
Mapa del crimen
Ronald entró primero en la habitación de sus padres y les disparó en la cabeza. Tenía cuatro hermanos, dos chicas y dos chicos. Los niños dormían en la misma habitación; la niña, Allison, de
trece años, lo hacía en la misma planta que sus padres, pero la dejó para más adelante. Ella fue la única persona que se despertó cuando escuchó los disparos. Ronald descubriría que fue la única
que no probó el primer plato de la cena, donde roció los somníferos. Pero esto no le valió: la mató igualmente, pero antes la llevó hasta su cama.
Los cadáveres de la familia DeFeo
Asesinó a todos sus hermanos. Después los tapó con una manta, los puso como si estuvieran durmiendo boca abajo y con los brazos bajo la cabeza, cruzados. Limpió parte de la sangre de las paredes
y cuando terminó se marchó a trabajar. Lo hizo más temprano de lo habitual, pero buscó una excusa: no podía dormir y así adelantaba en el trabajo. Como su padre tenía que hacer una venta aquella
mañana, le vino bien que no apareciera, para así tener más tiempo para fabricarse una coartada.
Durante el transcurso de la mañana, Ronald DeFeo hizo algunas llamadas a casa sabiendo que nadie respondería, y cuando habló con su novia decidieron comer juntos. De ese modo el tiempo se
alargaba y su coartada, desde su punto de vista, se hacía más consistente.
Más tarde vio a un amigo suyo llamado Bobby y éste le comentó que había pasado por su casa y visto los coches de la familia, aunque nadie le abrió la puerta para recoger el periódico que les
llevaba cada día. Tras la cita con su novia, Ronald fue al bar “The Witche’s Brew” donde había quedado con Bobby y le pidió ayuda. Se mostró aparentemente preocupado por su familia, porque
afirmaba que también él había estado en la casa, pero sin poder entrar por falta de llaves, y que igualmente le había extrañado que nadie abriera la puerta.
Fueron hacia allí; entraron a la casa y Ronald fingió horrorizarse al ver lo ocurrido. Regresaron al bar, donde entró vociferando que habían matado a su familia. Otro chico, Joe Yeswit, lo
acompañó al lugar y fue quien avisó a la policía.
La policía en la mansión de Amityville, tras la matanza
A las 18:35 se dio aquella conversación telefónica:
Oficial de policía:
"Hola".
Hombre:
"Hola".
Oficial de policía:
"Dígame su nombre".
Hombre:
"Me llamo Joe Yeswit".
Oficial de policía:
"¿George Edwards?"
Joe Yeswit:
"Joe Yeswit".
Oficial de policía:
"¿Puede deletrearlo?"
Joe Yeswit:
"¿Qué? Yo simplemente... ¿Cuántas veces voy a deletrear hoy mi nombre? Y-E-S-W-I-T".
Oficial de policía:
"¿Dónde está?"
Joe Yeswit:
"Estoy en Ocean Avenue".
Oficial de policía:
"¿Qué número?"
Joe Yeswit:
"Aquí no dice el número... no lo dice en el teléfono".
Oficial de policía:
"¿Qué número de casa?"
Joe Yeswit:
"Tampoco lo sé".
Oficial de policía:
"¿Dónde está usted? ¿Ocean Avenue... y qué?"
Joe Yeswit:
"En Amityville. ¡Avise a la policía de Amityville y hágales venir aquí! ¡Ellos conocían a la familia!"
Oficial de policía:
"Amityville…"
Joe Yeswit:
"Sí, Amityville".
Oficial de policía:
"De acuerdo. Dígame qué está pasando".
Joe Yeswit:
"No lo sé. Un chico entró corriendo en el bar y dijo que sus padres habían sido acribillados. Entonces corrimos hacia la casa y... todo el mundo había sido acribillado. No sé hace
cuánto...”
Oficial de policía:
"Ok. Dígame la dirección de la casa".
Joe Yeswit:
"De acuerdo, espere un momento, déjeme mirar el número en la puerta (pausa).
Muy bien, 112 de Ocean Avenue, en Amityville".
Oficial de policía:
"¿Es Amityville o Amityville del Norte?"
Joe Yeswit:
"Amityville. Justo al sur de la Avenida Merrick".
Oficial de policía:
"¿Está justo en los límites del pueblo?"
Joe Yeswit:
"Sí... en los límites del pueblo".
Oficial de policía:
"De acuerdo. Dígame su número de teléfono".
Joe Yeswit:
"No lo sé, en el teléfono no viene apuntado".
Oficial de policía:
"¿Está usted llamando desde un teléfono público?"
Joe Yeswit:
"No, estoy llamando desde la casa".
Oficial de policía:
"¿Está usted en la casa donde se han producido los asesinatos?"
Joe Yeswit:
"Sí".
Oficial de policía:
"¿Cuántos cuerpos hay?"
Joe Yeswit:
"Creo... uh... no lo sé. Creo que dijeron que había cuatro".
Oficial de policía:
"¿Cuatro?"
Joe Yeswit:
"Sí".
Oficial de policía:
"De acuerdo. Permanezca en la casa y yo llamaré a la comisaría de Amityville. Mandarán a alguien".
La voz de Joe Yeswit era la voz temblorosa de un hombre que quedaría marcado para siempre tras ver los crueles asesinatos cometidos en el 112 de Ocean Avenue. Los muertos fueron: Ronald Sr., el
padre, de 43 años; Louise, la madre, de 42; Dawn, hermana de Ronald Jr., de 18 años; Allison, de 13; y sus hermanos, Mark, de 11 años, y John, de 9. La familia DeFeo fue enterrada dos días
después en el Cementerio Saint Charles, en el condado de Suffolk, Nueva York.
El cementerio y la tumba de los DeFeo
Aunque al principio Ronald negó saber nada sobre los crímenes, todas las pruebas apuntaban hacia él. El móvil era un seguro de vida de $200,000.00 dólares y el dinero que el padre guardaba en la
caja fuerte ubicada en su dormitorio.
Ronald acabó confesando y declarándose culpable, pero asegurando que no había actuado por propia iniciativa. Decía estar convencido de que en el 112 de Ocean Avenue habitaba una fuerza maligna
que acabó poseyéndolo y haciéndole protagonista de la matanza. Su abogado defensor trató de hacerlo pasar por un demente para así conseguir una condena más pequeña, pero Ronald no se libró de 25
años de cárcel por cada asesinato cometido.
El arresto de Ronald DeFeo
La casa fue puesta en venta y la compró la familia Lutz. George y Kathy Lutz eran una pareja con hijos que, tras llegar a la mansión, aseguraron haber presenciado eventos sobrenaturales.
George y Kathy Lutz
Jay Anson, un periodista veterano, escribió un libro que se convirtió en un éxito instantáneo de ventas en todo el mundo:
Aquí vive el horror o
El horror de Amityville, mismo
que duró un año en el número uno de la lista de los libros más vendidos del
New York Times y fue traducido a varios idiomas, dando origen además a varias películas y documentales.
En ese volumen, Jay Anson novelizaba los supuestos hechos paranormales acaecidos en el interior de la mansión, que incluían la levitación de Kathy Lutz mientras dormía, invasiones de moscas que
luego desaparecían, la huida de toda la familia en mitad de la noche, un exorcismo por parte de un cura católico llamado el padre Pecoraro, la presencia de fuerzas demoníacas que atormentaban a
los niños y la aparición de un cerdo gigante llamado Jodie, que había arrancado la puerta de la casa y dejado sus huellas sobre la nieve. A Pecoraro le cambiaron el nombre en la novela de Jay
Anson y le pusieron “padre Mancuso”.
El periodista y escritor Jay Anson
En el prólogo al libro, Jay Anson escribió:
“El 5 de febrero de 1976, el Noticiario de las Diez del Quinto Canal de Televisión de Nueva York anunció la realización de una serie sobre personas que afirmaban poseer facultades
extrasensoriales. El programa empezó con el periodista Steve Bauman, que estaba haciendo investigaciones en una casa presuntamente encantada de Amityville, Long Island. Bauman dijo que, el 13 de
noviembre de 1974, una casona colonial situada en el 112 de Ocean Avenue había sido escenario de una matanza. Ronald DeFeo, de veinticuatro años, había cogido un rifle de gran calibre y matado,
sistemáticamente, a sus padres, a dos hermanos y a dos hermanas. En consecuencia, DeFeo había sido condenado a reclusión perpetua. ‘Hace dos meses -siguió diciendo el reportero-, la casa fue
vendida por $80,000.00 dólares a un matrimonio llamado George y Kathleen Lutz’. Los Lutz tenían noticia de los asesinatos, pero, como no eran supersticiosos, pensaron que la casa era perfecta
para ellos y para sus tres hijos. Se trasladaron el 23 de diciembre.
Los titulares sobre el crimen
"Poco después -dijo Bauuman-, se habían dado cuenta de que el lugar estaba habitado por alguna fuerza psíquica y habían temido por sus vidas. ‘Dijeron que sentían allí dentro la presencia de
alguna energía, de algo maligno y antinatural que cobraba más fuerza cada día’. Cuatro semanas después de haberse mudado a ella, los Lutz abandonaron la casa, llevándose sólo unas cuantas mudas
de ropa. Ahora se alojaban en casa de unos amigos, en un lugar no revelado. Pero, antes de marcharse -dijo el Quinto Canal-, su apurada situación había sido conocida en la zona. Habían consultado
a la policía, a un sacerdote local y a un grupo de investigación psíquica. ‘Según se dice, hablaban de voces extrañas que parecían proceder de dentro de ellos mismos, y de una fuerza que levantó
a mistress Lutz del suelo y la proyectó hacia una alacena detrás de la cual había una habitación que no figuraba en ningún plano’. El reportero Steve Bauman se había enterado de estas
declaraciones y, después de ciertas investigaciones sobre los antecedentes de la casa, había descubierto que la tragedia se había cebado en casi todas las familias que habían vivido en ella, así
como en otra casa más antigua que se había levantado en el mismo emplazamiento.
Plano de la mansión
"El locutor siguió diciendo que William Webber, abogado defensor de Ronald DeFeo, había encargado ciertos estudios encaminados a demostrar que alguna fuerza influía en el comportamiento de
cualquier persona que viviese en el 112 de Ocean Avenue. Webber sostenía que esta fuerza ‘podía ser de origen natural’, y pensaba que podía constituir la prueba que necesitaba para conseguir la
revisión de la causa seguida contra su cliente. Webber dijo, ante las cámaras, que ‘sabía que ciertas casas podían edificarse o construirse de manera que creasen una especie de corrientes
eléctricas en algunas habitaciones, debido a la estructura física del inmueble’.
El interior de la casa
"Por su parte, los científicos decían que lo están estudiando, para rebatirlo. Por lo cual, cuando hayan rechazado toda explicación lógica o científica, se consultará a otro grupo de la
Universidad de Duke, para el estudio de los aspectos psíquicos del caso’. La información terminó diciendo que la Iglesia Católica intervenía también en el asunto. El Quinto Canal declaró que dos
emisarios del Vaticano habían llegado a Amityville en diciembre y habían aconsejado a los Lutz que abandonasen inmediatamente la casa. ‘Ahora, el Tribunal de la Iglesia encargado de pronunciarse
acerca de los milagros está estudiando el caso, y su opinión es que la casa 112 de Ocean Avenue está bajo el dominio de algunos espíritus que escapan al conocimiento humano actual’.
“Dos semanas después de esta emisión, George y Kathy Lutz dieron una conferencia de prensa en el despacho del abogado William Webber. El defensor de Ronald DeFeo los había conocido tres
semanas antes, a través de unos amigos mutuos. George Lutz declaró a los periodistas que no pasaría una noche más en la casa, pero que, por ahora, no pensaba venderla. Esperaría los resultados de
algunas pruebas científicas a realizar por los parapsicólogos y por otros profesionales sensibles dedicados al estudio de fenómenos ocultos. Después de esto, los Lutz cortaron toda comunicación
con los medios de difusión, pensando que deformaban y exageraban muchas cosas. Hemos tenido que esperar hasta ahora para contar toda su historia”.
Los Lutz durante sus días en Amityville
Posteriormente, William Daley, el abogado de los Lutz en aquellos momentos, afirmó en una entrevista radiofónica que el padre Pecoraro nunca había pisado la casa, y que el único contacto que
mantuvo con la familia fue durante una llamada telefónica en la que los Lutz le hablaron al cura sobre sus experiencias parapsicológicas. Días después, el padre Pecoraro se pronunció haciendo
referencia al libro de Jay Anson. Negó todo lo que se contaba sobre él en el libro, pues hacía referencia a sucesos paranormales que él no había vivido.
George Lutz
Según el relato de Jay Anson, los Lutz hicieron una llamada telefónica a la policía para pedir ayuda, pero en el archivo del Departamento de Policía de Amityville esta llamada no consta. Lo más
interesante del caso es que, durante uno de los juicios contra Ronald DeFeo en 1979, su abogado, William Weber, acusó a los Lutz de
"incumplir su promesa", ya que según apuntan todos los
datos, habían pactado para hacer un fraude, argumentando que fuerzas demoníacas habitaban la casa. Con ella, Ronald DeFeo no sería tomado por loco y se justificarían los asesinatos por un caso de
posesión diabólica. Como recompensa, los Lutz adquirirían fama y dinero. Todo era muy sencillo.
Kathy Lutz
El abogado Weber contó que el matrimonio Lutz acudió a él para sugerir la posibilidad de escribir una historia de terror acerca de la posesión demoníaca de la casa. Según Weber, la historia se
forjó con varias botellas de vino que se bebieron los Lutz y él mismo. Todo esto con la idea de los Lutz de ganar dinero. Luego Weber los demandó por haber realizado el libro sin su colaboración,
tal y como habían quedado. También Ronald DeFeo se quejó de que Ric Osuna había querido realizar un libro “serio” sobre la mansión de Amityville que lo afectaba, sin más deseo que especular y
obtener dinero. Como prueba, mostró una carta donde Osuna le dice a los Lutz que pueden corregir lo que deseen del manuscrito original.
Carta de Ric Osuna a los Lutz
Pero el escándalo no terminó allí. Los Lutz, el periodista Jay Anson y los editores de la novela fueron demandados por el matrimonio formado por James y Barbara Cromarty, siguientes propietarios
de la casa del 112 de Ocean Avenue, porque en el libro que contaba “su historia” inventaron hechos fraudulentos que ocasionaron la pérdida de intimidad de los nuevos dueños de la casa y la
destrucción de la propiedad, debido a la enorme cantidad de personas que visitaban la casa a causa de hacerse pública la descabellada historia. Durante el juicio que se celebró a causa de la
demanda de Barbara y James Cromarty por daños y perjuicios, los Lutz aseguraron ante el juez que los supuestos hechos sobrenaturales acaecidos en el 112 de Ocean Avenue habían sido inventados. La
casa fue habitada tres veces después de la partida de los Lutz. Primero fue la familia Cromarty, que cambió el 112 por el 108 para evitar a la gran cantidad de curiosos que se acercaban a la casa
cada día. Después fueron los O'Neill, que estuvieron allí hasta 1997 y actualmente, la casa es habitada por la familia Wilson.
La casa en 1974 y en la actualidad
Los Lutz se divorciaron. Poco después, Kathy Lutz falleció el 17 de agosto de 2004. George Lutz murió en Las Vegas el 8 de mayo de 2006, a los 59 años, por un padecimiento cardíaco. Ronald DeFeo
sigue en la cárcel, aunque junto con su mujer sostiene un website para seguir apoyando su declaración de que esa noche infernal, fue poseído por un demonio asesino.