Desde sus orígenes, la figura del Monstruo ha cautivado a la sociedad. Aunado al sentido primitivo que investía de poderes, cualidades o características determinadas a quien se transformaba en
engendro y encarnaba los miedos más profundos, otra emoción convirtió a estos seres en parte esencial de la psique humana: el oscuro deseo secreto de convertirse en depredador y el intenso temor
a transformarse en depredado.
El sitio que hace siglos ocupaban vampiros y hombres lobo es monopolizado ahora por los asesinos múltiples. En torno a ellos se tejen historias, se mencionan sus nombres con fascinación, se
publican notas periodísticas, se escriben libros, se ruedan películas, se crean clubes de fans y se les ponen sobrenombres que aluden a sus delitos para hacerlos más temibles. Son los nuevos
monstruos, más temibles que aquellos que poblaban las leyendas antiguas, pues se encuentran bajo el rostro de cualquiera de nuestros conocidos e inclusive en nosotros mismos. Tras ser detenidos,
se les encierra y conserva enjaulados, a veces por años, en esos zoológicos humanos que son las prisiones. Su soledad y aislamiento, el desafío a las normas y la mezcla de atracción-repulsión,
así como el inquietante detalle de su pertenencia a nuestra propia sociedad y no a un lugar lejano y ajeno, les otorga un aura sobrecogedora.
Muchos de estos nuevos mitos retoman viejas costumbres que solían identificarse con los antiguos monstruos: antropófagos, hematófagos, supuestos licántropos, satanistas, ogros devoradores de
niños, torturadores, son parte del imaginario que demuestra que los monstruos de antaño son los asesinos de hogaño. El homicida como estrella mediática es la renovación de las viejas consejas, de
la fascinación de las víctimas ante la presencia de los cazadores de humanos.
VAMPIROS
La figura legendaria del vampiro remite a un cadáver animado que se alimenta de sangre humana, puede transformarse en animal nocturno o niebla, no se refleja en los espejos, le teme al ajo, las
hostias y los crucifijos, no puede cruzar las corrientes de agua, duerme de día y medra de noche, necesita invitación para ingresar a un lugar, transmite su enfermedad a quienes muerde y sólo
puede morir por el fuego o la destrucción de su corazón, generalmente atravesado con una estaca. Pero la realidad del mito es más temible. Varios personajes históricos alimentaron la figura del
vampiro o influenciados por ella, se dedicaron a cometer infinidad de crímenes.
El vampirismo es una enfermedad psiquiátrica, en la cual el paciente cree que está convirtiéndose, o que se ha transformado, en un vampiro. Está generada por el “síndrome de Renfield”, nombrado
así por el personaje que aparece en la novela Drácula, de Bram Stoker. Aquellos que la padecen presentan un desorden mental asociado con la esquizofrenia y una compulsión sexual orientada a la
necesidad de ver, oler, beber o tocar la sangre; preferentemente, de origen humano. Aunque no es un término aceptado científicamente, algunos autores se refieren a la hematodipsia, como una
obsesión enfermiza por beber sangre. Se distinguen varias fases, que tienen su origen en la infancia y en la fascinación infantil por verter sangre, inclusive la propia.
No debe confundirse con la hematolagnia o hematofilia, parafilia que requiere oler, beber, mirar o tocar sangre para excitarse sexualmente, casi siempre con el consentimiento del compañero
sexual. Los vampiros sexuales gustan de probar la sangre menstrual, hacer cortes en su cuerpo o en el de su pareja para beber la sangre, o en morder distintas partes del cuerpo, propio o ajeno,
hasta hacerla brotar.
Los asesinos vampiros son individuos que matan para obtener sangre de animales o personas. Son desorganizados, eventualmente actúan en grupo y a veces consumen los órganos internos de sus
víctimas. Algunos aseguran ser vampiros reales, inmortales e invulnerables.
Tal vez el caso más conocido sea el de Vlad Tepes “El Empalador”, príncipe rumano cuya crueldad contra sus enemigos turcos le valió el sobrenombre por el cual se le recuerda
hasta hoy. Apenas era necesaria una provocación para que clavara los turbantes en las cabezas de sus enemigos o empalara a miles de personas simultáneamente, dejándolas allí hasta morir, a veces
después de días de insoportable agonía. Vlad gustaba de cenar en medio del “Bosque de los Empalados”, un horror construido para amedrentar a sus adversarios, escuchando los alaridos de dolor de
hombres, mujeres y niños. Pese a que este valaco dio su nombre al más célebre de los vampiros ficticios, al parecer nunca se le ocurrió beber sangre y se limitó a derramarla. Su otro sobrenombre
era “Drakul”, el cual significa “Dragón” o “Demonio”. De allí, Bram Stoker bautizaría a Drácula, el conde transilvano inmortalizado en un libro, una continuación e innumerables películas, series
de televisión, cómics y obras de arte.
Vlad Tepes
Siglos después, una descendiente de Vlad Tepes disfrutó del derramamiento de sangre, aunque esta vez se trató de jóvenes doncellas. Erzebeth de Bathory “La Condesa Sangrienta”,
nació en Hungría y gobernó con mano de hierro las posesiones de su esposo. Amiga personal de Johan Kepler, Erzebeth estaba obsesionada con la juventud y la belleza. No deseaba envejecer. Un día,
mientras una de las sirvientas que la peinaba le dio un tirón, Erzebeth le propinó un tremendo bofetón, rompiéndole el labio y haciéndola sangrar. En el sitio donde la sangre tocó su piel,
Erzebeth juró observar una lozanía de la cual no había disfrutado en años. Poco tardó en ordenar que se sacrificase a la criada para verter su sangre en una bañera. Erzebeth usó aquellos pocos
litros para untarse el cuerpo desnudo. Después de un rato, estaba segura de que podía rejuvenecer gracias a aquella fórmula milagrosa. Lo que siguió fue una orgía de secuestros, prolongadas
torturas, mujeres desangradas vivas en ingeniosas jaulas suspendidas sobre la bañera de la condesa, que servían como regaderas sangrientas. Más de seiscientas muchachas murieron allí. Sus
cadáveres eran enterrados, arrojados a los lobos o finalmente apilados en alas lejanas del castillo. Todo funcionó mientras Erzebeth se limitó a matar a campesinas, pero cuando ejecutó a una
joven cantante de himnos religiosos, los nobles pidieron la intervención del príncipe palatino, primo de Erzebeth, quien tuvo que acudir con un destacamento de soldados para parar la matanza.
Erzebeth fue emparedada y sobrevivió varios años en su celda, aislada de todo contacto humano. Siglos después, su figura sería rescatada y convertida en una heroína nacional, al igual que Vlad
Tepes. Pese a las actas de su proceso, los historiadores húngaros negaron sus crímenes y los atribuyeron a las intrigas cortesanas.
Erzebeth de Bathory
Pasarían siglos hasta que otros dos personajes, esta vez alemanes, convirtieran al vampiro en una pesadilla real. El primero fue Fritz Hartmann “El Carnicero de Hannover”, el
cual secuestraba jóvenes vagabundos para llevarlos a su domicilio, someterlos, violarlos, cortarles la garganta, beber su sangre, descuartizarlos y vender su carne y vísceras en el mercado,
fabricando incluso salchichas con los restos, las cuales tenían mucha demanda.
Fritz Hartmann
Años después, un personaje más oscuro apareció en el panorama teutón. Peter Kürten “El Vampiro de Düsseldorf”, gustaba de violar niñas y jóvenes, destrozarles el cuello a
dentelladas, beber su sangre y enterrarlas en el bosque. Días después regresaba y practicaba la necrofilia con los cadáveres podridos. Kürten era además un pirómano consumado, que causó más de un
centenar de incendios. Después de su captura y juicio, se le condenó a ser guillotinado. Antes de morir contó su historia. “Yo necesito beber sangre como otros
necesitan beber alcohol”, declaró. Una noche antes de su ejecución, cenó carne, pan, vino tinto y un postre. Nunca se arrepintió y llegó a decir que su último placer sería escuchar el
golpe de la guillotina y sentir su filo cortándole la cabeza. Su historia inspiró la película M, El Maldito, de Fritz Lang, protagonizada por Peter Lorre.
Muchos vieron en Kürten el enfermizo anuncio de una generación de alemanes que, pocos años después, consolidarían el proyecto nazi y crearían, literalmente, las fábricas de muertos en
Auschwitz-Birkenau, Dachau y otros campos de exterminio.
Peter Kürten
España fue testigo de la carrera delictiva de una extraña asesina. Enriqueta Martí “La Vampira de Barcelona”, inició como abortista, pero después fundó un prostíbulo en el cual
ofrecía niñas pequeñas a sus clientes. Después de un tiempo, Martí se convenció de que era una vampira. Cerró el negocio y se dedicó a secuestrar niños, a los cuáles llevaba a su casa en el
centro de la ciudad para desangrarlos poco a poco, golpearlos y arrancarles el cuero cabelludo para hacerse pelucas. También les cortaba las extremidades y utilizaba ojos, corazones y huesos para
fabricar supuestos medicamentos y cremas que les vendía a las mujeres de la alta sociedad barcelonesa. Guardaba vísceras en frascos, coleccionaba los cráneos y a veces los usaba como base para
que sus pelucas no se enredaran. Fue detenida y en su domicilio se hallaron los restos de docenas de niños de ambos sexos.
Enriqueta Martí
Similar trayectoria sostuvo Zdzislaw Marchwicki, “El Vampiro de Silesia”, multihomicida polaco que, en los meses previos a su ejecución, redactó unas deficientes memorias en las
cuáles justificaba sus crímenes y narraba los grotescos detalles de los mismos.
Zdzislaw Marchwicki
Entre 1944 y 1949, en Stamford, Lincolnshire (Inglaterra), John George Haigh “El Asesino del Baño de Ácido” mató a nueve personas; después bebió su sangre y desmembró los
cuerpos, para finalmente disolverlos en barriles llenos de ácido sulfúrico. Tras su detención, se jactó de que no existían cadáveres de sus víctimas. Pero los investigadores forenses encontraron
dientes y fragmentos de hueso, que sirvieron para condenarlo. Fue sentenciado a muerte y ahorcado.
John George Haigh
Ya entrado el siglo XX, un nuevo caso de vampirismo conmocionaría a Estados Unidos. Un joven esquizofrénico se dedicó a matar personas de manera errática. Entraba en las casas si la puerta estaba
abierta y una vez allí, masacraba a quienes estuvieran dentro. Su nombre era Richard Chase “El Vampiro de Sacramento”. Había empezado por robar perros y gatos para sacrificarlos
y beber su sangre. Después necesitó más. Tras matar a un ama de casa, le destrozó el cuello, sirvió su sangre en un vaso y se bebió toda la que pudo. Luego le abrió el vientre, defecó en las
cavidades, violó el cadáver y se marchó con la camisa y el rostro empapados de sangre. Su siguiente crimen acabó con una familia entera, aunque esta vez fue más allá: desangró a un matrimonio y a
un niño en la bañera, bebió la sangre, se bañó con el líquido, y después secuestró a un bebé, al cual llevó a su casa. Una vez allí, lo descuartizó estando aún vivo, bebió su sangre, devoró su
cerebro y después utilizó licuadoras para moler los órganos internos y beberlos. Chase fue arrestado cuando una ex compañera de colegio lo denunció a la policía como sospechoso de los crímenes.
Su demencia aumentó en el hospital psiquiátrico y declaró que lo perseguían agencias gubernamentales, extraterrestres y grupos neonazis. Se suicidó poco después, asegurando que era vigilado desde
el espacio por satélites y que el jabón lo envenenaba.
Richard Chase
En 1985, en Brevard County, Florida (Estados Unidos), John Brennan Crutchley “El Vampiro Violador” secuestra, viola y desangra a treinta mujeres en su casa, practicándoles
sangrías en la bañera mientras las mantiene sometidas y desnudas. Bebe la sangre en vasos. Es detenido cuando una de sus víctimas consigue huir y pedir ayuda. Tras su detención y juicio, es
sentenciado a prisión perpetua. En 2002 es hallado muerto en su celda, con una bolsa de plástico cubriéndole la cabeza.
John Brennan Crutchley
Para 1989, en Brisbane (Australia), Tracy Wigginton "La Vampira de Brisbane", ayudada por Lisa Ptaschinski, Kim Jervis y Tracy Waugh, matan a puñaladas a un obrero llamado Ted
Baldock, de 47 años de edad, para beber su sangre. Lo engañan con promesas sexuales y después lo matan al borde de un río. Pero a Wigginton se le cae la cartera con su identificación en el lugar
del crimen. Son detenidas poco después y sentenciadas a prisión perpetua.
Tracy Wigginton y Lisa Ptaschinski
En 1990, en París (Francia), Nicolas Claux “El Vampiro de París” asesina a doce homosexuales, a quienes luego desangra y devora. Tras su arresto, es condenado por uno solo de los
homicidios. En prisión, se dedica a pintar cuadros, principalmente retratos de otros asesinos en serie. Sale libre en 2002.
Nicolas Claux
Hacia 1992, esta vez en Río de Janeiro (Brasil), Marcelo Costa de Andrade “El Vampiro de Niteroi”, secuestra, viola y descuartiza a catorce niños. Bebe su sangre, los decapita y
les extrae el corazón. Pero se enamora de su última víctima y la deja vivir; el niño huye y lo denuncia. Tras ser aprehendido, es internado en una institución psiquiátrica.
Marcelo Costa de Andrade
Rod Ferrell “Vesago el Vampiro”, fue el líder de un grupo satanista que cometía pequeños delitos. Ferrell afirmaba tener trescientos años de edad, organizaba orgías con sus
novias y sus amigos, combatía a un grupo de “vampiros” rivales y pasaba las noches bebiendo, drogándose y acostándose con sus chicas en algunos mausoleos del cementerio local. De robar lápidas y
sacrificar perros, él y su grupo pasaron al homicidio: se trasladaron a la casa de su ex novia y asesinaron a sus ancianos padres para después beber su sangre. Dejaron los cadáveres sentados en
la sala con el televisor encendido. Luego se refugiaron en un motel, donde la policía finalmente los localizó. Fueron sentenciados a cadena perpetua y de inmediato consiguieron algo que Chase
nunca soñó: grouppies y seguidores que los admiraban y deseaban seguir sus enseñanzas y su ejemplo.
Rod Ferrell
Finalmente, en 2002, en Edimburgo (Escocia), Allan Menzies, un joven cinéfilo de 22 años, obsesionado con la película La reina de los
condenados, asesina a un amigo asestándole 42 puñaladas y dándole martillazos en la cabeza; después bebe su sangre y devora parte del cerebro. Es arrestado y sentenciado a 18 años de
prisión; durante el juicio, asegura que es inmortal. Aparece muerto en su celda un año después.
Allan Menzies
HOMBRES LOBO
Hay registros de juicios contra supuestos licántropos desde la Grecia antigua: ciudadanos que de pronto aseguraban convertirse en bestias en las noches de luna llena, los cuáles salían a matar
animales o personas, generalmente desnudos o cubiertos con pieles de animales. Como la hematodipsia, la sed patológica de sangre que origina a los asesinos vampiros, la licantropía es considerada
una enfermedad mental. Algunos criminales padecen licantropía clínica o teriomorfismo, un trastorno psiquiátrico que los convence de que son capaces de transformarse en lobos mediante distintas
maneras: siendo los novenos hijos; utilizando ungüentos supuestamente mágicos; usando pieles de lobo; por propia voluntad; o simplemente esperando las noches de luna llena. Sus parámetros
conductuales están dictados por las leyendas de hombres lobo, que pueblan la mitología de diferentes culturas a lo largo de los siglos.
Los pacientes tienen alucinaciones en las que aseguran haberse convertido en lobos o estar en proceso de hacerlo; también crean falsos recuerdos de sus andanzas como depredadores. En ocasiones
muestran comportamientos similares a los de una bestia: gruñen, salivan abundantemente, caminan en cuatro patas y son muy agresivos. Sus ataques son cometidos con los dientes y las garras,
pudiendo arrancar partes del cuerpo de sus víctimas a mordiscos. Su olfato y su oído están aguzados por efecto del trastorno.
Muchos de ellos se alimentan de carne cruda y se excitan ante el aroma de la sangre. También demuestran hipersexualidad. Estos asesinos pretextan sus supuestas transformaciones para justificar
sus crímenes. Algunos pacientes aseguran que pueden convertirse en otros animales, como perros, gatos, caballos, hienas, serpientes y tigres.
Entre 1520-1630, en Francia, se registran más de 30,000 casos de supuestos hombres lobo. Todos ellos son juzgados y condenados. Entre los condenados se encuentran Pierre Bourgot, Michel
Verdung y Gilles Garnier. Entre 1580 y 1589 en Colonia (Alemania), Peter Stubbe “El Hombre Lobo de Bedburg”, es arrestado y acusado de 18 asesinatos. Durante el juicio, asegura que se
transforma en lobo y confiesa que mata y devora a sus víctimas, entre ellas a una mujer embarazada a quien le extrae el feto para comérselo. Se le condena a ser martirizado y a morir. Para ello
es atado a una rueda, se le arrancan trozos de carne con pinzas calientes, se le rompen los huesos, se le cortan las piernas y los brazos a hachazos, y finalmente se le quema vivo.
Peter Stubbe
Para 1598 en Angers (Francia), Jacques Roulet “El Hombre Lobo de Angers” es sorprendido junto al cadáver de un niño al que acaba de matar y comer parcialmente. Va desnudo, tiene
el cabello largo y la barba crecida, y sus uñas están largas. Durante su juicio, asegura ser parte de una familia de licántropos. Es internado en una institución psiquiátrica. Dos años después,
la familia Gandillon “Los Hombres Lobo de Saint Claude”, son arrestados y juzgados por 13 asesinatos. Durante su reclusión, todos se comportan como animales, gruñen, duermen en el piso y caminan
en cuatro patas. Son ahorcados y sus cadáveres quemados.
Jacques Roulet
Otro caso francés ocurre en 1710, en Burdeos: Jean Grenier, un niño de 13 años de edad que sufre un retraso mental, mata y se come a 2 niñas, asegurando que se transforma en
lobo; es capturado poco después. Sus crímenes incluyen a otros niños y a un bebé, a quien devora vivo. Se le interna en un hospital mental.
“La Bestia de Gévaudan”
El caso más famoso de Francia se da entre 1764 y 1767, en Gévaudan: “La Bestia de Gévaudan”, un personaje que según los testigos es un hombre lobo, asuela la región matando a 130
personas, principalmente mujeres y niños, cuyos cadáveres aparecen violentados sexualmente, despedazados y parcialmente comidos. El rey Luis XV ofrece una recompensa y un campesino mata a una
enorme bestia en los bosques. Es llevada a París y después expuesta en el Museo Real, hasta su destrucción en un incendio. Estudios posteriores aseguran que en realidad se trata de un asesino en
serie.
En 1853, en Galicia (España), Manuel Blanco Romasanta “El Hombre Lobo de Allariz”, un vendedor ambulante, es arrestado y juzgado por el asesinato de 9 personas, a quienes además
consume. Sentenciado a muerte, la reina Isabel II conmuta su pena por la prisión perpetua. Romasanta muere en la cárcel, en circunstancias extrañas, en 1854. Su leyenda llega al punto de que en
las actas oficiales, se asegura que desapareció de su celda sin que nadie haya vuelto a verlo.
Manuel Blanco Romasanta
Finalmente, en 1983, en Tampa, Florida (Estados Unidos), Bobby Joe Long asesina a 10 mujeres durante las noches de luna llena. Las viola durante horas para después matarlas.
Luego cae en un estado de somnolencia y al despertar, no recuerda si efectivamente mató a alguien o simplemente lo soñó. Su exacerbada sexualidad provoca que necesite tener relaciones sexuales
hasta cuatro o cinco veces al día. Se le detiene y juzga, sentenciándolo a muerte.
Bobby Joe Long
BRUJAS Y CAZADORES DE BRUJAS
La brujería es un conjunto de creencias y rituales sincréticos, destinados a influir en el curso de los acontecimientos por medios sobrenaturales. Quienes la practican son llamados brujos o
brujas.
A través de los siglos, la brujería se vinculó con rituales ancestrales de culto a dioses antiguos, junto con elementos satánicos que la llegada del cristianismo le brindó. Muchas mujeres
consideradas brujas, fueron perseguidas por las autoridades eclesiásticas para ser torturadas y ejecutadas, casi siempre quemadas vivas en la hoguera.
Otras mujeres realmente practicaban ritos sangrientos, donde sacrificaban animales o niños pequeños, intentando vanamente tener contacto con fuerzas sobrenaturales o conseguir, por medio del
derramamiento de sangre, juventud eterna, longevidad, fortuna, sexo o la cura de alguna enfermedad.
La búsqueda de las practicantes de artes mágicas, produjo lo que se denomina cacería de brujas. Los primeros juicios y condenas por brujería se produjeron en el siglo XIII. Muchos cazadores de
brujas se volvieron célebres, y utilizaron su profesión para obtener bienes y favores de familias enteras, que no querían ser señaladas por el persecutor.
En 1576, en Laon (Francia), Jean Bodin, filósofo, economista y jurista francés, se dedica a cazar brujas. Tortura a niños, mujeres e inválidos para obligarlos a confesar,
establece una legislación contra las brujas y pugna para que no sean quemadas vivas, pues se trata de “una muerte muy rápida, que apenas dura media hora”.
Docenas de personas mueren por su causa. Poco antes de morir, publica el libro Demonomanie, que es muy bien recibido.
Jean Bodin
Para 1582-1592, en Toulouse, Nicolas Rémy persigue y tortura a cientos de mujeres. Quema a más de 900 para combatir la brujería.
Nicolas Rémy
En esa misma época, en 1589, pero en Tréveris (Alemania), Peter Binsfield, un obispo de formación jesuita, dedica varios años a perseguir brujas en su país. Tortura a mujeres,
niños y ancianos con el apoyo del gobierno y la Iglesia. Ejecuta a 6,500 personas. Se le considera el más mortífero de los cazadores de brujas.
Peter Binsfield
Para 1609 en Labort (Francia), Pierre de Lancre, jurista, teólogo y funcionario, tortura y ejecuta a más de 200 personas, principalmente mujeres, niños y sacerdotes, en procesos
por brujería.
Pierre de Lancre
En 1644, esta vez en Essex (Inglaterra), Matthew Hopkins “El Cazador de Brujas” comienza a perseguir a presuntas hechiceras tras escuchar una conversación entre dos mujeres,
quienes supuestamente hablan sobre sus encuentros sexuales con el Diablo. Viaja por diferentes lugares, enviado por el Parlamento. Aplica varios métodos para interrogar a las acusadas, como la
“prueba del agua” (arrojarlas atadas de pies y manos a un río) o la “prueba de la aguja” (pincharlas en diferentes partes del cuerpo para averiguar si sienten dolor). También las priva del sueño.
Vende amuletos y obliga a las comunidades a que le paguen por sus servicios. Ejecuta a más de 200 mujeres.
Matthew Hopkins
El caso más conocido ocurre en 1692, en Salem, Massachusetts (Estados Unidos). “Las Brujas de Salem” son mujeres juzgadas por los puritanos estadounidenses, en uno de los casos
de histeria colectiva más conocido. 25 personas son ejecutadas, aunque los juicios involucran a cientos de individuos.
“Las Brujas de Salem”
OGROS
Los mitos sobre ogros devoradores de niños pronto encontraron eco en la realidad. Los ogros son infanticidas torturadores, que acostumbran secuestrar, violar y devorar niños. Muchos ejercen
además labores como abortistas. Suelen mostrarse como personas bondadosas, con lo cual engañan a sus víctimas y a sus familias. Algunos guardan objetos como recuerdo de los infantes
asesinados.
Quizás el infanticida más prolífico de la historia sea Gilles de Rais “Barba Azul”, nombrado así a causa de su barba negrísima. Compañero de Juana de Arco y capitán de sus
ejércitos, tras la muerte en la hoguera de la “Doncella de Orleáns” se aisló en su castillo para dedicarse a invocar demonios y gastar su fortuna en interminables bacanales. Rodeado de hechiceros
y astrólogos, Gilles desarrolló un gusto perverso por los niños. Envió a sus sirvientes a secuestrarlos en los pueblos cercanos. Todos los días le llevaban infantes. Una vez allí, se dedicaba a
torturarlos durante días de las maneras más atroces: les vaciaba los ojos, les abría el vientre para violarlos por allí, les quebraba los huesos a golpes. Una de sus rutinas favoritas era fingir
que se trataba de un salvador, convenciendo a los niños de que era un héroe que los devolvería con sus madres. Cuando ya lo veían con agradecimiento, afecto y tranquilidad, Gilles traicionaba su
confianza y los violentaba. En algunos de sus banquetes devoró los genitales de los pequeños. Después de cometer sus asesinatos, Gilles huía al bosque, completamente desnudo, atormentado por los
remordimientos. Se perdía allí por días, clamando a Dios por el perdón y jurando no volver a matar. Pero a su regreso, el instinto criminal podía más. Gilles mató a cientos de niños hasta que fue
detenido y juzgado. Durante su proceso, lanzó discursos que conmovieron inclusive a los padres de las víctimas, que terminaron perdonándole y rezando a su lado por la salvación de su alma. Fue
ejecutado, pero su doble figura, de héroe guerrero y sádico asesino, forjaría la imagen del Ogro que pobló de allí en adelante los cuentos de hadas europeos.
Gilles de Rais
Juan Díaz de Garayo “El Sacamantecas”, fue un campesino español que se dedicaba a secuestrar niños para eviscerarlos y con ello fabricar un ungüento que supuestamente poseía
facultades curativas. Sus clientes, ricos hacendados, pagaban a sabiendas de que el medicamento contenía los órganos internos de niños sacrificados: eso aumentaba el precio del servicio. Díaz de
Garayo fue juzgado y ejecutado en el garrote vil. Con los años, el sobrenombre de este siniestro personaje fue utilizado para asustar a los niños pequeños y aún hoy sirve como método para
prevenirlos ante los riesgos del mundo exterior.
Juan Díaz de Garayo
Igual ocurrió con Francisco Leona “El Hombre del Saco”, quien se dedicaba a visitar pueblos españoles para secuestrar niños, guardándolos amordazados en un saco que colgaba de su
espalda. Los llevaba después a un lugar despoblado, los asesinaba y les extraía las vísceras con el mismo objetivo que Díaz de Garayo: venderlas para fabricar ungüentos curativos. La leyenda del
“Hombre del Saco” tuvo tanto impacto que fue asimilada por otros pueblos de Europa y transmitida inclusive al Nuevo Mundo, donde aún forma parte del folklore estadounidense.
Francisco Leona
En Estados Unidos, otro asesino se convirtió en la encarnación de viejos fantasmas. Albert Fish “El Vampiro de Brooklyn”, fue un anciano que gustaba del dolor extremo: se clavaba
agujas en el ano, el escroto y el perineo, y allí las dejaba por meses. Se flagelaba hasta quedar sangrante y exhausto, y obligaba a sus hijos a que lo golpearan con tablas para estimularse
sexualmente. Un día empezó a robarse niños que veía jugando en la calle; las familias neoyorquinas comenzaron a hablar de “El Hombre Gris”, un extraño viejo que se llevaba a los pequeños. Fish
los transportaba a una cabaña que poseía en el bosque y allí los ataba al techo, los azotaba hasta dejarlos bañados en sangre, les pinchaba los ojos con agujas, abusaba sexualmente de ellos y
finalmente los mataba. Luego se comía su carne en diferentes guisos que acompañaba con vino. Escribía largas cartas a las madres de sus víctimas narrándoles los suplicios a los que había sometido
a los pequeños y luego les contaba cómo los había cocinado y condimentado, y a qué sabían. Fish fue detenido, juzgado y ejecutado en la silla eléctrica. Una radiografía mostró las agujas dentro
de su cuerpo. Como Peter Kürten, Fish declaró que su último deseo era “experimentar el dulce placer de la corriente eléctrica corriendo por su cuerpo”.
Albert Fish
En 1940, en la Ciudad de México, Felícitas Sánchez Aguillón “La Ogresa de la Colonia Roma”, trabajaba como abortista, atendiendo a mujeres de la clase alta. Después comenzó a
vender bebés que le regalaban y terminó secuestrando niños; si no conseguía venderlos, los torturaba y asesinaba. A los bebés los arrojaba a la estufa junto con los leños para calentar el agua de
su baño; a otros los destazaba vivos, abandonando los restos en los basureros o arrojando los pedazos al inodoro. Cuando el drenaje se tapaba, un cómplice suyo la ayudaba. También alimentaba a
sus perros con la carne de las víctimas. Fue arrestada cuando un vecino alertó a la policía. En prisión, amenazó con revelar los nombres de sus clientas. Salió en libertad en 1941; poco después,
se suicidó en su domicilio tras escribir algunas cartas, donde dejó instrucciones para su amante.
Felícitas Sánchez Aguillón
SACERDOTES DE LA MUERTE, SATANISTAS Y EXORCISTAS
Son líderes de sectas que fomentan el culto a su propia personalidad, presentan rasgos mesiánicos, ejercen un férreo control sobre sus seguidores y los instigan a cometer actos delictivos o
autodestructivos. En su mayoría, estos líderes sectarios son varones. Postulan su propia divinidad o aseguran representar una voluntad sobrenatural. Con frecuencia utilizan técnicas de reforma
del pensamiento o reeducación (lavado de cerebro o control mental), con la finalidad de que su voluntad sea acatada en todo momento. Aplican castigos corporales a los miembros de su secta, los
esclavizan, emplean grupos armados para mantener el orden, imponen reglas severas de comportamiento cotidiano y los dominan sexualmente.
Muchos de ellos procrean un número amplio de hijos con diferentes mujeres. En ocasiones, presentan rasgos psicopáticos, alucinaciones, delirios y paranoia. Con frecuencia exigen que sus fieles
maten por ellos, o incluso que se suiciden.
Por su parte, el satanismo es un conjunto de creencias y rituales que tienen a la figura de Satán, el ángel caído del cristianismo, como motivo de adoración. Existen diferentes iglesias
satanistas en varios países del mundo y la mayoría de ellas practica rituales relacionados con la liberación del pensamiento, la creencia en la ciencia, la libertad sexual, el hedonismo y el
culto a la tierra.
Los satanistas se dividen en teístas (que poseen una tradición de varios siglos) y laveyanos (pertenecientes a la Iglesia de Satán, fundada por Anton LaVey). También existen sectas satánicas o
luciferinas. Una minoría de estas sectas realiza ritos que involucran sacrificios de animales o desenfreno sexual. Casi ningún grupo satanista promueve la violencia; sus postulados se enfocan más
a la liberación del individuo de la formación cristiana, particularmente del catolicismo.
Existe un fenómeno llamado satanismo casual o satanismo adolescente, en el cual personas jóvenes utilizan como
adornos en su vestimenta, signos y símbolos relacionados con el ocultismo, como pentagramas, cruces invertidas, cráneos humanos, machos cabríos, dragones, velas negras o sangre falsa. A estos
elementos se les llama imaginería demoníaca y tienen poca o nula relación con el satanismo como religión. Los falsos satanistas predican la violencia, la violación y el asesinato. Muchos cometen
asesinatos rituales o suicidios.
Los exorcistas asesinos practican rituales para conseguir la supuesta expulsión de uno o varios demonios, que han tomado posesión del cuerpo de quien se encuentra poseído, aplicando métodos de
tortura que llevan a la muerte al paciente. La mayoría de estos casos no son practicados por exorcistas profesionales. Aunque aprobado por la Iglesia Católica, el exorcismo únicamente puede ser
practicado por algunos sacerdotes con estudios especiales y después de realizar diversos estudios psiquiátricos al poseso.
En 1974, en Ossett (Inglaterra), Michael Taylor y Peter Vincent, un pastor metodista, practican un exorcismo a la esposa del primero, Christine Taylor. Durante toda una noche, la
golpean y torturan para “expulsar a cuarenta demonios”, según sus declaraciones. La mujer muere a manos de su esposo, quien además estrangula al perro de
su mujer. Taylor es internado en una institución psiquiátrica.
Michael Taylor
El caso más famoso ocurre entre 1975 y 1976, en Wurzburg (Alemania): Ernst Alt, un sacerdote católico, realiza un largo exorcismo a Anneliese Michel, una joven de 20 años.
Durante dos años, la chica es sometida a dos sesiones semanales, que son grabadas en video. En cada sesión, la joven realiza más de 600 flexiones, hasta destrozarse los meniscos. Enferma de
neumonía y exhausta por el ejercicio interminable, muere en su recámara durante una sesión, después de ayunar durante siete días. Su madre graba su muerte en video. Los padres y el sacerdote son
arrestados y sentenciados por asesinato. Su historia inspira la película El exorcismo de Emily Rose.
Ernst Alt
En 1978, en Jonestown (Guyana), Jim Jones, reverendo fundador del Templo del Pueblo en Estados Unidos, levanta en Sudamérica una población integrada por sus seguidores. Ejerce un
control absoluto sobre sus voluntades. El gobierno estadounidense, presionado por los familiares de los seguidores de Jones, envía al congresista Leo J. Ryan a Guyana para entrevistarse con
Jones, con la finalidad de repatriar a muchos de sus adeptos. Jones ordena que sus guardias acribillen a Ryan y a sus acompañantes. Después, ordena a sus fieles que cometan suicidio en masa,
alegando que se trata de un “suicidio revolucionario”. 913 personas mueren por su propia mano, tomando una bebida con cianuro y matando a sus propios hijos. Jones se suicida con un disparo en la
cabeza.
Jim Jones
Entre 1986 y 1997, en Bruselas (Bélgica), András Pandy “Padre Barba Azul”, sacerdote ucraniano, asesina a su esposa y a varios de sus hijos, además de mantener relaciones
sexuales incestuosas con Ágnes Pandy, una de sus hijas, quien es forzada a ayudarlo a matar a su propia madre. Pandy descuartiza los cadáveres, entierra algunos y otros los lleva a un matadero
para que los trituren, alegando que es carne de res. También tira bolsas llenas de partes humanas en los basureros. Finalmente, su hija lo denuncia y lo acusa de los crímenes. Después de su
arresto y juicio, Ágnes es sentenciada a 20 años de cárcel y András Pandy a prisión perpetua. Sin embargo, al cumplir 80 años de edad, es enviado a una casa de reposo, donde vuelve a
predicar.
András Pandy
En 1989, en Matamoros, Tamaulipas (México), Adolfo de Jesús Constanzo y Sara Aldrete “Los Narcosatánicos”, líderes de un grupo perteneciente al culto africano del palo mayombe,
sacrifican personas en sangrientos rituales, realizados en un rancho fronterizo. Constanzo además trafica con narcóticos y realiza trabajos de santería para diferentes criminales, políticos,
artistas e intelectuales mexicanos. Sus cómplices son Martín Quintana Ramírez, Omar Orea Ochoa y Álvaro de León Valdéz “El Dubi”. Secuestran al estudiante estadounidense Mark Kilroy y lo
sacrifican, extrayéndole la columna vertebral. Por presiones del gobierno estadounidense, son perseguidos por la policía mexicana. Constanzo y Quintana caen muertos a manos de “El Dubi” en un
enfrentamiento a tiros en un departamento de la Ciudad de México, mientras huyen a través del país. Sara Aldrete y Omar Orea son arrestados y condenados. Orea muere de sida en la cárcel años
después. El caso encuentra un fuerte eco mediático durante muchos años.
Adolfo de Jesús Constanzo y Sara Aldrete
Para 1990, en Almansa, Albacete (España), Rosa Gonzálvez “La Exorcista de Almansa”, una curandera y fanática religiosa, asesina a su hija Rosa Fernández Gonzálvez, de 11 años de
edad, durante un supuesto exorcismo, ayudada por otras dos mujeres. Metiéndole las manos por la vagina y perforándosela, le arranca los ovarios, la matriz y después la eviscera de la misma forma.
Tras la muerte de la niña, tratan de arrancar los ojos de una pariente que entra a la recámara donde el ritual se desarrolla. Son denunciadas por el padre de la niña y arrestadas. Luego del
juicio, son internadas en una institución psiquiátrica.
Rosa Gonzálvez
En 1993, en Waco, Texas (Estados Unidos), David Koresh, cuyo verdadero nombre es Vernon Wayne Howell, lidera una rama de la Secta de los Davidianos. Posee un harem lleno de
jovencitas, con quienes procrea varios hijos. Se dedica a almacenar armas en el rancho Monte Carmelo, donde predica que el fin del mundo se acerca. Ante las denuncias de pederastia y acopio de
armas, el lugar es sitiado por agentes del FBI durante 51 días, en los cuales Koresh se atrinchera junto con sus seguidores. Tras cortar los servicios de agua y energía eléctrica, los agentes
atacan el rancho con tanquetas, causando un incendio que mata a 86 seguidores, entre ellos mujeres y niños. El cadáver de Koresh es hallado con un tiro en la frente.
David Koresh
Otro caso ocurre en 1995, en Emeryville, California (Estados Unidos): Los Ministros de Jesús Amén, integrantes de una secta, asesinan a Kyung-A Ha, una mujer supuestamente
poseída por demonios. La golpean durante varias horas, dándole más de un centenar de golpes y rompiéndole todas las costillas. Cinco miembros del grupo son aprehendidos y sentenciados.
Kyung-A Ha
En 1996, en Los Ángeles, California (Estados Unidos), Kyung Jae Chung es asesinada por su esposo, un reverendo de la Iglesia Coreana Metodista de Glendale, quien la golpea durante horas alegando
que está poseída por demonios. Muere por hemorragias internas. Su esposo es sentenciado a tres años de prisión.
Kyung Jae Chung
Ese mismo año, pero en Ontario (Canadá), Kira Canhoto, una niña de 2 años de edad, es ahogada por su madre y su tía, durante un ritual de bautismo para “limpiarla de espíritus malignos”. Ambas mujeres son sentenciadas.
Kira Canhoto
Hacia 1997, en San Diego, California (Estados Unidos), Marshall Applewhite y Bonnie Nettles, fundadores de la secta Puerta del Cielo, convencen a 39 seguidores para que se
suiciden con la finalidad de que sus almas supuestamente asciendan hasta una nave espacial de origen extraterrestre, ubicada detrás del cometa Hale-Bopp. Los fieles beben vodka con jugo de
naranja mezclado con fenobarbital. El grupo forma parte de las denominadas “religiones OVNI”, “sectas ufológicas” u “ovnicultos”, los cuales postulan que pueden establecer contacto con seres
extraterrestres.
Marshall Applewhite
Un caso estremecedor ocurre en 1998, en el pueblo de Sayville, Nueva York (Estados Unidos): Vivian Miranda y Serena Martin, dos inmigrantes cubanas, asfixian con una bolsa de
plástico a Charity Miranda, la hija de Vivian, una porrista de 17 años de edad, durante un ritual de exorcismo de vudú cubano. Son condenadas por asesinato.
Serena Martin
Para 2001, en Auckland (Nueva Zelanda), Luke Lee, ministro de la Iglesia Coreana, mata a golpes a su esposa Joanna Lee durante un ritual de exorcismo. Luego permanece varios días
rezando ante el cadáver putrefacto. Tras ser arrestado, declara que la mujer resucitará. Es sentenciado a prisión.
Luke Lee
En 2003, en Milwaukee, Wisconsin (Estados Unidos), Ray Anthony Hemphill y varios miembros de la Iglesia del Templo de la Fe Apostólica, una secta que practica exorcismos, mata a
Terrance Cottrell jr., un niño autista de 8 años de edad, a quien asfixian para liberarlo de los supuestos demonios que lo poseen. El pastor encargado del ritual se sienta sobre el pecho de la
víctima y provoca su muerte. Es arrestado y sentenciado por abuso infantil.
Ray Anthony Hemphill
Dos años después, en 2005, en Maracaibo, Zulia (Venezuela), Nelson “Nelsito” Castro “La Bestia del Zulia” realiza un ritual satánico, utilizando velas negras, muñecos de peluche,
alfileres, ropa interior femenina y un cuenco lleno de sangre de cerdo. Luego mata a su madre, Miriam Padrón, acuchillándola en 37 ocasiones, mientras descansa en su recámara. También asesina a
Lisseth del Valle Quintero Jiménez, una joven empleada, con 33 puñaladas. Viola el cadáver y después huye. Es detenido por la policía días después, juzgado y sentenciado. Permanece en la cárcel 3
años antes de ser liberado. Posteriormente es vuelto a encarcelar.
Nelson "Nelsito" Castro
Finalmente, en 2005, en Rumania, Daniel Petru Corogeanu, un monje de la Iglesia de la Santa Trinidad, exorciza a Maricica Irina Cornici, una monja rumana esquizofrénica, a la
cual entierra durante tres días sin darle agua ni alimentos. Luego le aplica una inyección de adrenalina, que le provoca la muerte. Es arrestado y sentenciado.
Daniel Petru Corogeanu
ASESINOS DISFRAZADOS
Como un acto de impersonation, muchos homicidas cometen sus crímenes disfrazados de diferentes personajes, pertenecientes a la cultura popular. Este
disfraz puede incluir ropa, antifaces, maquillaje, objetos, e inclusive actitudes, frases típicas, lenguaje corporal y hablado, y acciones determinadas. El disfraz permite asumir las cualidades y
características del representado: es un ritual oscuro, un apoyo psicológico que permite el desdoblamiento de la personalidad homicida y la posesión de una fuerza totémica brindada por el traje.
La admiración e identificación con el personaje al que se imita se pervierte en aras de la satisfacción de los deseos ocultos del asesino, cuya personalidad queda subordinada a la del ente cuyos
ropajes viste.
El tiempo mostraría a extrañas encarnaciones homicidas de personajes otrora entrañables. John Wayne Gacy “El Payaso Asesino”, animaba fiestas infantiles y visitaba a los niños en
el hospital, pero llevaba una vida oculta como asesino en serie, raptando, torturando, violando y estrangulando a jovencitos vestido como payaso, para después enterrarlos en el sótano de su casa.
Tras su juicio y antes de ser ejecutado, Gacy se dedicó a pintar figuras de payasos en prisión, las cuáles se venden a precios altísimos. Inspiró un monstruo ficticio contemporáneo: el payaso
Pennywise de la novela y la película Eso, de Stephen King.
John Wayne Gacy
En 1987, en Hungerford, Berkshire (Inglaterra), Michael Ryan “Rambo”, obrero desempleado y anticuario, se disfraza como John Rambo, un veterano de Vietnam enloquecido, personaje
de una película de acción protagonizada por el actor Sylvester Stallone. Portando varias armas cortas y largas emprende un camino de muerte, masacrando a todas las personas que se cruzan en su
camino, mujeres y niños incluidos. También dispara contra varias mascotas, mientras repite en varias ocasiones que se trata de una guerra. Mata a 17 personas y después se suicida.
Michael Ryan
Otro asesino que adoptó una identidad familiar fue Dean Corll “Candyman”, quien atraía a los niños con golosinas, pues provenía de una familia dedicada a ese negocio. Llevaba a
los niños a visitar su dulcería, les regalaba caramelos y seleccionaba a quienes serían sus víctimas. Tras matar a los elegidos, envolvía los cadáveres como si fueran caramelos antes de
enterrarlos en su granero.
Dean Corll
Jeffrey Bruce Pardo "El Santa Claus Asesino", vio cómo su vida se derrumbaba: su esposa lo abandonó, perdió su empleo, su perro había muerto y estaba endeudado. Invirtió sus
últimos fondos en comprar armas y municiones. La noche de Navidad de 2008 fue a la casa de su ex esposa y sus suegros y masacró a los asistentes. Lo curioso del caso es que se había disfrazado de
Santa Claus. Cuando tocó el timbre, una niña lo vio a través de la ventana y corrió a abrirle, sólo para recibir un disparo de escopeta en el rostro. Pardo incendió la casa tras la matanza y huyó
para después suicidarse en el hogar de su hermano. Los medios lo bautizaron como “El Santa Claus Asesino”. Circularon luego varias fotografías que mostraron el gusto de Pardo por disfrazarse como
este personaje durante varios años anteriores.
Jeffrey Bruce Pardo
En 2008, Spencer Taylor, un joven de 20 años de edad, se disfraza como El Joker, enemigo de Batman, y se dedica a robar carteles de la película Batman: The Dark Knight.
Spencer Taylor
Un año después, en 2009, en Dendermonde (Bélgica), Kim de Gelder “El Joker de Dendermonde” se disfraza como El Joker, enemigo de Batman, tiñéndose el cabello, maquillándose el
rostro de blanco, negro y rojo, y vistiéndose de manera similar a este personaje. Luego, a bordo de una bicicleta, perpetra una masacre en una guardería local. Mata a varios niños y a una
cuidadora. Es detenido cuando intenta huir. Para 2010, un grupo de jóvenes golpean con bates de baseball a varios niños de una escuela primaria en Bélgica. Tras ser detenidos, declaran que están
rindiendo un homenaje a De Gelder.
Kim de Gelder
Junto con otros fenómenos que dieron origen a mitos diversos, como los zombies o los casos de posesión demoníaca, los monstruos verdaderos forman parte del imaginario del género humano, de sus
leyendas y de su espeluznante realidad.
Fuente: escritoconsangre