Fundado en 1982 fue el lugar por excelencia en la Ciudad de México en una época en que la palabra antro no había adquirido su connotación actual.
El Magic Circus (solo “Magic” para los cuates) era El Lugar; así con mayúscula. Durante mucho tiempo la competencia fue poca o nula y normalmente usurpaba solo a aquellos desafortunados que no podían franquear sus cadenas.
Ubicado un costado del Toreo de Cuatro Caminos y, según la leyenda, colocado de manera estratégica sobre la “raya” que dividía al Distrito Federal del estado de México, el Magic Circus fue una “megadisco” que se transformó en el centro de la vida nocturna para todos aquellos que en los ochentas presumíamos de tenerla.
El local era ENORME; alrededor de una gran pista circular se agolpaban las mesas en diversos niveles, como si de un circo se tratara, y la calidad de los comensales (el dinero disponible para gastar) se manifestaba de manera inversamente proporcional a la distancia de la mesa a la pista.
Estando en plan de ligue, lo mejor que uno podía ofrecer a la prospecto era ir al Magic Circus. No importaba si no’más se llevaba dinero para el cover y una cerveza; el caso era lograr acceder a ese paraíso voyeurista para ver y ser visto con lo “mejor” de la ciudad.
El acceso estaba guardado por Juanjo, un “cadenero” al que muchos pretendían conocer personalmente: en la puerta los gritos, ruegos, amenazas, promesas y hasta seducción de Juanjo era un paso necesario que solo algunos podían superar de manera grácil. Si éste lo reconocía a uno y permitía el acceso de manera inmediata se era alguien y no solo un vulgar muerto de hambre condenado a hacer el aguante por lo menos un par de horas.
Otro “limitante” era la edad. Las autoridades al parecer estaban muy a las vivas con eso de que todo el que entrara al local fuese “mayor de edad” por lo que era muy común que para entrar algunos falsificaran documentos oficiales (todavía no existía la credencial de elector con foto) y que algunas chicas se maquillaran de manera exagerada.
Con el tiempo descubrimos que el tiempo de aguante dependía la capacidad económica que aparentara el de sexo masculino y a la belleza y buena forma de las de sexo femenino: para entrar al Magic Circus uno debía de tener cara de poder pagar una botella de champagne en mesa de pista o el aspecto de una modelo de pasarela internacional. Los demás pasaban después.
Muchas cosas ocurrieron adentro y en los alrededores del Magic Circus: desde batallas campales por mujeres o botellas de ron; chicas “pasadas de cucharadas” que bailaban sin su ropita interior, parejas que tenían relaciones sexuales en las partes más recónditas (era muy grande el changarro); por supuesto que también se realizaron infinidad de eventos: concursos de belleza, cocktails, conciertos entre otros muchos.
Una vez en el interior, si uno podía entrar temprano, había que esperar a que “abrieran la pista”; una especie de ceremonia de luces complementada con alguna pieza musical espectacular (casi siempre O Fortuna de Carmina Burana) cosa que siempre ocurría por ahí de la media noche por lo que había que negociar de manera ardua (con padres y prospectos de suegros) que el regreso a casa fuese después de la una de la mañana.
A partir de ese momento empezaba la música propiamente dicha para bailar; un mezcla de las canciones de moda, de preferencia en inglés, para hacerlo en una pista que la mayoría de la veces estaba atestada. Otra característica del local eran las “jaulas”; una especie de rectángulo de aluminio en un pedestal en el que te podías subir a bailar y que era fuente de escándalo para los más conservadores.
Muchas noches y muchas anécdotas para llegar y salir de aquel antro que, la verdad sea dicha, siempre me pareció un poco sobrevaluado y bastante lejano para una “rata del sur”. Con el tiempo surgieron otros lugares, aunque la fama y el reinado del Magic Circus se perpetuó hasta bien entrados los noventa. Fue el primero de los mega-antros y uno de los más recordados.
Fuente: Ochentas.com
Unifante, Brontodoble y Dinotriple, eran los nombres de las tres hamburguesas temáticas que el desaparecido Burger Boy promocionaba hace más de 20 años.
Que hacía especiales a estas hambuerguesa???, es sencillo:
Unifante era la hamburguesa sencilla y su personaje era un Mamut.
Brontodoble como su nombre lo dice, era la hamburuesa doble y estaba personificada con un simpático Brontosaurio
Dinotriple ovbiamente era la hamburguesa mayor con tres carnes y el personaje en cuestion era un Diplodocus.
Cuando comprábamos cualquiera de estas hamburguesas, nos daban el paquete tipo "cajita infelíz" de Mac Donalds, osea la acompañaba un refresco chico y un helado de sabor y como regalo sorpresa, una manteleta con los personajes en el circo y al reverso venían juegos de mesa con los que al menos su servidora, se entretenía horas y horas.
También llegaron a venderse llaveros, muñecos de peluche y otras monerías.
Espero que les traiga buenos recerdos la imágen que a duras penas pude encontrar, si ustedes tienen algunas mándenmelas plisssssssss!!!
Fuente: Youtube
Siguiendo con los recuerdos de la era de piedra, vino a mi mente un licuado que de entrada nos llamaba la atención por su envase en forma de licuadora, el Licuado Instate.
Tenía tres sabores:
Plátano, Fresa y Chocolate
Personalmente yo no recuerdo que mi mamá me lo haya comprado, pero siempre que veía los comerciales se me antojaba muchísimo el de chocolate y el de platanao, aunque por algunos comentarios, creo que al final el dichoso licuado no estaba tan bueno, hay quienes han llegado a decir que sabia a pasta listerine jajaja...
En fin, este licuado seguramente fué degustado por muchos de ustedes y si no, al menos lo traeré a su memoria.
Fuente: Youtube