El milagroso Señor de las Maravillas.
Pachuca, Hidalgo.- Continuando la reseña acerca del templo de advocación al Señor de las Maravillas, en el municipio de El Arenal, detallamos que es de una sola nave, construida de mampostería
cubierta de bóveda de cañón seguido y piso enlosado, toma luz natural por la puerta principal y ocho ventanas pequeñas abiertas en la linternilla que apoya sobre el crucero.
En los brazos de la cruz que forma el edificio se encuentran dos pequeñas capillas, a la Virgen de la Soledad y el Señor del Santo Entierro, que cuentan con cubiertas de bóveda de cañón seguido,
apoyadas sobre gruesos muros de idéntica construcción que los de la nave principal.
El presbiterio se levanta sobre un basamento de cuatro escalones de mármol blanco, encontrándose al fondo del altar mayor en el que, dentro de una enorme urna de cristal se halla la tan venerada
imagen del Señor de las Maravillas, patrón del santuario.
Al paño de la fachada de la iglesia, por el lado norte, se levanta una torre de regular altura, de mampostería, que hace varias décadas albergaba un reloj que resaltaba sobre la austera
construcción del templo.
Hoy en día, el santuario del Señor de las Maravillas es visitado por miles de personas de diferentes partes del estado, en especial durante la fiesta del quinto viernes de cuaresma, cuando
peregrinos organizan caminatas nocturnas por cerros aledaños para llegar al amanecer a saludar al cristo.
A la peregrinación se acostumbra acudir anualmente, como "manda", tres años consecutivos.
En caso de que por primera vez visite el lugar, se acostumbra vestir coronas tejidas con palma y adornadas con coloridas flores de celofán o papel de china.
En la explanada de la plaza principal, al frente de la iglesia, pueden saborearse platillos, bebidas y dulces regionales entre los que destaca la tradicional barbacoa, acompañada de consomé,
tortillas azules recién salidas del comal y salsas picantes en ocasiones aderezadas con chinicuiles.
No faltan los puestos donde la gente puede tomar pulque en jarro o comer quesadillas de diversos guisados con la especial sazón del Valle del Mezquital.
Nueces, cacahuates, piñones, frutas cristalizadas, tamarindos y palanquetas, entre otras delicias, serán fantástico postre.
Tras la comilona, seguramente deberá caminar "para bajar la comida", paseo que puede aprovecharse para adquirir artesanías de la región y trabajos bordados a increíbles precios.
Collares, pulseras y anillos de cuentas, blusas hiladas con flores, entre otras manualidades, vendidas a ras de piso, convierten a la plaza en un mosaico de aromas, colores y sabores que
deleitarán sus sentidos.