En México, la muerte sabe a dulce y, en ocasiones, a chocolate, toque que le da las "calaveritas" (cráneos de caramelo) que acompañan a las ofrendas que se
colocan en casas y cementerios en el "Día de Muertos", el 1 y 2 de noviembre.
Además, las "calaveritas", hechas a base de azúcar, chocolate o amaranto, llevan en la frente escrito el nombre del difunto. Marco Aurelio Buenrostro, investigador de la
gastronomía y las tradiciones populares mexicanas, explica que colocar las "calaveritas" en los altares es una costumbre urbana.
"Como todas las tradiciones, lo popular no tienen una fecha de creación, pero sí se puede decir que están presentes en las ofrendas urbanas, más que en las rurales", comentó. Estas
golosinas también se encuentran en estados del interior de la República, pero son llevadas de las ciudades, ya que en las comunidades rurales se festeja el regreso de los muertos con la
colocación de platillos típicos y no con "calaveras".
En la elaboración de estos dulces se usan moldes de barro a los que se les agrega el azúcar fundido a más de 100 grados centígrados, que al enfriase se cristaliza, mientras que los dulces de
alfeñique, que representan ataúdes, se realizan con una pasta de azúcar.
Las ofrendas del "Día de muertos" simbolizan tres niveles: "la mesa representa la tierra; la parte baja el inframundo, con sus nueve niveles prehispánicos, y la parte superior, el
cielo", explica el experto.
Pero la centenaria tradición mexicana de endulzar la muerte no sólo se refleja en la representación caramelizada de los cráneos, sino también en pinturas y grabados como los del artista
José Guadalupe Posada (1852-1913), que dio vida a la muerte a través de "La Catrina", un esqueleto engalanado con ropas de mujer que simboliza a la muerte, y las célebres
calaveras literarias.
Los grabados de Posada se han utilizado también para decorar los altares durante la Fiesta de Difuntos. En tanto, los mexicanos dan rienda suelta a su imaginación y vena literaria para componer
poemas humorísticos en los que se hace alusión a personas vivas, pero como si ya hubieran muerto.
Es ya una tradición que los diarios mexicanos publiquen cada 2 de noviembre los provocativos y populares versos, que ridiculizan con humor a los implicados en la política y en los escándalos del
momento en México y en el mundo.