Una recóndita zona desértica del norte de México es conocida como la "Zona del Silencio" por sus misteriosos acontecimientos: brújulas que giran enloquecidas, relojes que se detienen, radios que no reciben señales, sin faltar los avistamientos de naves extraterrestres.
Versiones como estas son las que circulan entre la población y las que han elevado la fama y atractivo turístico de esta zona, aunque físicos y biólogos ponen en duda el mito.
La "Zona del Silencio" está ubicada en el paralelo 27, al mismo nivel que el enigmático "Triángulo de las Bermudas" y casi igual que las majestuosas pirámides de Egipto, lo que ha elevado el misterio en torno al lugar.
Estamos en el Bolsón de Mapimí, situado en la parte centro-norte del país, a unos 180 km al noroeste del complejo urbanístico Torreón-Gómez Palacio-Lerdo. El Bolsón de Mapimí es una cuenca
cerrada, lecho de antiguas lagunas, que forma parte del gran desierto chihuahuense: una inmensa zona árida que se extiende desde la Sierra Madre Occidental hasta la Oriental, y que de sur a norte
comprende desde los estados mexicanos de Zacatecas, San Luis Potosí e Hidalgo, pasando por Durango, Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila y Chihuahua, y se prolonga a Estados Unidos abarcando Texas,
Arizona y Nuevo México, llegando hasta las Montañas Rocallosas.
En tiempos prehistóricos esta gran extensión de tierra estuvo sumergida bajo las aguas del llamado Mar de Thetis, como lo demuestra la gran cantidad de fósiles marinos que se encuentran en ella.
Hacia el periodo eoceno de la Era Cenozoica, hace unos treinta millones de años, se originaron fuertes cambios orogénicos que hicieron emerger las grandes masas continentales. Se calcula que hace
un millón de años el desierto chihuahuense adquirió su morfología actual.
En la parte central del Bolsón de Mapimí se localiza un área que ha despertado un interés inusitado y que ha sido bautizada como la Zona del Silencio. El enigmático nombre es digno corolario al
sinfín de mitos que han surgido en torno a ella. Extrañamente, la Zona no tiene un lugar preciso de localización.
La historia comienza a principios de los años setenta, cuando un cohete de la NASA, el Athena, al parecer perdió el control y fue a caer en la región. De inmediato un equipo de especialistas
estadounidenses llegó para localizar el artefacto y contrataron algunos lugareños para ayudar a peinar la zona. Curiosamente, a pesar de todos los recursos empleados, incluyendo aviones, la
búsqueda se prolongó por varias semanas. Finalmente, localizado el cohete, se tendió un corto tramo de vía desde la estación de Carrillo, para sacarlos restos del aparato y, además, bajo el
supuesto de que estaban contaminadas con desechos radiactivos, se embarcaron varias toneladas de tierra del área vecina al lugar del impacto. Las operaciones se realizaron bajo un fuerte
dispositivo de seguridad, de manera que ni los lugareños pudieron ver los restos del cohete. Tanto misterio despertó sospechas y originó rumores.
Poco después, un lugareño radicado en Ceballos, Durango, dijo haber localizado una zona en la cual no se escuchaba la radio. El fenómeno fue investigado por especialistas de la ciudad de Torreón.
Surgió entonces la hipótesis de la existencia de una especie de cono magnético sobre la región que provocaba ionizaciones en la atmósfera que bloqueaban la transmisión de las ondas de
radio.
Y aquí comenzó la leyenda. Además de la Zona del Silencio, la presencia de bancos de fósiles, de áreas con gran concentración de fragmentos de aerolitos, la existencia en la región de una especie
endémica de tortuga del desierto, y de la abundancia de nopales violáceos de escasa distribución, sirvió de base para conferirle al área características sobrenaturales e inventar una serie de
mitos: desde el absurdo de que al entrar a la Zona del Silencio no se podía escuchar la conversación de otras personas, hasta la aberrante idea de que el lugar es una base de aterrizaje de
extraterrestres.
Se comentó que se encontró un fósil de mas de 2.5 metros de largo pero esto no se ha podido probar, también se habló de que en esta zona, se halló con un extraño insecto muy grande parecido
al "cara de niño" que todos conocemos del color de la arena, con cara que parecía de recién nacido y con seis patas perfectamente alineadas con aspecto "humanoide" al que llamaron 'Niño de Arena'
y que por más que intentaron buscar, no volvieron a encontrar otro igual.
Así creció la fama y el número de visitantes. Los charlatanes tomaron ventaja de la situación ofreciendo excursiones masivas a la zona en busca de experiencias paranormales únicas. Pronto surgió
la versión de que justo al otro lado del mundo, en algún lugar del Tíbet o Nepal, existía una zona con las mismas características, por lo que se consideró a la zona como un polo donde se
concentraba la energía terrestre. Los excursionistas en poco tiempo se dieron cuenta que no era fácil encontrar la Zona del Silencio, por lo que hubo que replantearse la hipótesis del cono
magnético, argumentándose que éste cambiaba de lugar según las condiciones de la atmósfera, e incluso se consideró la presencia de varias "manchas de silencio" que se desplazaba continuamente por
el desierto, en forma errática. Los habitantes del lugar vieron aparecer, intrigados, a numerosos grupos de personas que llegan buscando OVNIS o a celebrar extravagantes ceremonias para
"recargarse" con la energía del universo; ellos no han visto hasta ahora nada extraño en la región.