Esta leyenda nació en Mendoza, Argentina, según dicen, cuando el ferrocarril estaba desarrollando sus ramales hacia la cordillera, a principios del Siglo XX. Existen varias versiones acerca
de esta historia, pero lo cierto es que el personaje del Futre es igualmente recreado en todas: un ser fantasmagórico, que se aparece a caballo, sosteniendo su cabeza entre las manos,
dispuesto a atropellar o a matar del horror a aquél que se interpone en su camino.
Se cree que esta leyenda fue importada a la provincia de Mendoza desde la que es recreada por Washington Irving, “La leyenda de Sleepy Hollow”, es decir, la leyenda del Jinete Sin Cabeza, por
las grandes similitudes existentes entre ambas.
Lo cierto es que bien pudieron haberla hecho viajar con ellos los inmigrantes que llegaron a tierras mendocinas para trabajar en los ferrocarriles; y esta es una opción imposible de ser
descartada… Ya que esta leyenda se repite, con sus variantes, en numerosos pueblos de Latinoamérica, sobre todo en aquellos en donde llegaron por cuestiones laborales gentes de habla
inglesa.
El Futre, ya que con este nombre es conocida la espectral aparición, se aparece vestido casi de etiqueta en Mendoza… Y sosteniendo su cabeza en la diestra. ¡Menuda sorpresa para quien se lo
encuentra!
Presenta aquí también, como en los restantes lugares, sus variantes. La leyenda mendocina en concreto fue adjudicada a un personaje existente, un extranjero de apellido Foster (de ahí el
sobrenombre de la aparición, que deriva de este apellido) que actualmente se encuentra enterrado en el cementerio de Uspallata. Comentan las crónicas que este personaje era un empleado del
ferrocarril que tenía a su cargo el tendido del ramal hacia Las Cuevas. Su trabajo era pagar los jornales a los obreros que trabajaban en las vías.
Un buen día, el solitario empleado llegó al campamento ferroviario con el fin de cumplir su cometido, pero una emboscada de ladrones acabó con su vida, desapareciendo el dinero de los
jornales que debían pagarse… Así también como su cabeza. Se barajó la hipótesis de que hubieran sido los mismos jornaleros quienes lo hubieran hecho, cansados de los abusos de este hombre, y
que hubieran desaparecido su cabeza por algún ajuste de cuentas; pero lo cierto es que nada fue comprobado.
Desde entonces, el Futre se aparece a quienes tienen alguna cuenta pendiente que pagar, principalmente, con la justicia. Por ello se dice que el Futre no está entre las gentes, sino está en
la conciencia sucia de los malhechores.