La ropa interior ha sufrido una auténtica revolución. Antes se ocultaba, ahora se exhibe. Antes se compraba por docenas, ahora se escoge con sumo cuidado.
Antes se lucía blanca, o negra para ocasiones muy especiales, ahora se tiñe de rojo, fucsia, verde, azul o naranja. Hoy, tanto el hombre como la mujer ha madurado y su compra atiende tanto a la
comodidad como a la estética.
La lencería ha dejado definitivamente de lado su uso meramente práctico y funcional para convertirse en objeto de seducción y placer. Esta segunda piel ocupa un lugar principal tanto en el
guardarropa femenino como en el masculino. Se ha transformado en una mirada pública a la parte más íntima del vestuario y del estilo de los españoles: la ropa interior.
La elección de la ropa interior depende, en gran medida, del estado de ánimo. Cubrirse las partes más íntimas con ropa interior bonita puede arreglar un mal día. Está claro que no importa que no
se vaya a mostrar, cada uno sabe lo que lleva por dentro y eso es suficiente para sentirse cómodo.
El consumo de paños menores es mayoritariamente femenino. En el último año las mujeres han comprado cuatro veces más prendas de lencería que los hombres. Las españolas han adquirido 100 millones
de bragas y 23 millones de sujetadores, mientras que los varones consumieron 53 millones de calzoncillos.
Respecto a los gustos, las mujeres llevan ventaja, son pioneras en el consumo de las novedades. Son más atrevidas y tienen menos prejuicios a la hora de vestir ropa interior. Las cosas han
cambiado, hace años se atrevían a lucir lencería sexy para gustar a los hombres, ahora lo hacen para sí mismas. Sin embargo, los hombres empiezan a usar prendas más atrevidas para seducir a los
ojos que le miran.
En cuanto a la producción de ropa interior, España ocupa uno de los primeros puesto junto con Alemania y Francia. En los últimos años, España ha crecido y ofrece un abanico de alternativas cada
vez más amplio. Las firmas y tiendas de ropa íntima se multiplican a marchas forzadas y ofrecen propuestas muy variadas. Este incremento de mercado ha provocado que los precios sean cada vez más
asequibles, lo que permite no tener reservados varios conjuntos para ocasiones especiales, sino disfrutar de una lencería cómoda y bonita todos los días.