El virus Ébola es el nombre de un virus de la familia Filoviridae y género Filovirus, situación taxonómica que comparte con el virus de Marburgo. Este nombre proviene del río Ébola (en la República Democrática del Congo, antiguo Zaire), donde fue identificado por primera vez en 1976 durante una epidemia.
Este virus es el causante de la fiebre hemorrágica viral del Ébola, una enfermedad infecciosa, altamente contagiosa y muy severa que afecta tanto a animales como a seres humanos.
Los virus Ébola y Marburgo son las dos especies tipo del género Filovirus, el único conocido en la familia Filoviridae. Esta familia comparte muchas características con las familias Paramyxoviridae y Rhabdoviridae; todas conforman el orden Mononegavirales.
El virus Ébola no presenta reacciones serológicas cruzadas con el virus de Marburgo. Esto permite su identificación serológica.
El virus se transmite por contacto directo con líquidos corporales infectados como la sangre, la saliva, el sudor, la orina o los vómitos. La causa del caso índice aún es desconocida.
El período de incubación varía de 2 a 21 días, aunque lo más normal es de 5 a 12 días.
El reservorio del virus Ébola podría ser un tipo de murciélago de la fruta.
El virus está vivo en África. En el año 1976 murieron alrededor del 85% de los infectados.
Los síntomas son variables; al comienzo suele ser, generalmente, súbito y caracterizado por fiebre alta, postración, mialgia o dolor muscular severo, artralgias, dolor abdominal y cefalea.
En un lapso de una semana, aparece en todo el cuerpo una erupción, frecuentemente hemorrágica. Las hemorragias se presentan generalmente desde el tubo gastrointestinal, haciendo que el infectado sangre tanto por la boca como por el recto. La tasa de mortalidad es alta, alcanzando el 90% y los pacientes generalmente mueren por choque hipovolémico por la pérdida de sangre.
El virus del Ébola, como todos los virus "calientes", no tiene cura y ningún tratamiento específico. El tratamiento que se utiliza en la actualidad es mantener la vida de la persona mediante métodos de resucitación (respiración artificial, evitando el RCP pues el virus es contagioso por la saliva) y controlar las hemorragias en la medida de lo posible.
En cuanto a una vacuna, se realizan investigaciones pero éstas se complican porque aún no se conocen todas las proteínas del virus y porque hay sólo cuatro laboratorios equipados para trabajar con un virus como este.
Estos laboratorios se encuentran en EE. UU., Rusia, Francia y Alemania . Los más conocidos son los CDC (Centers for Disease Control, Centros de Control de Enfermedades) en Atlanta, Georgia, y el USAMRIID (The United States Army Medical Research Institute for Infectious Diseases, Instituto de Investigación Médica del Ejército de los Estados Unidos para Enfermedades Infecciosas).
Es de fácil reproducción en laboratorios, altamente eficaz por aerosoles, muy contagioso, la mortalidad por ébola puede llegar al 90%, y lo más relevante es que no existe tratamiento específico.
A pesar de lo que se creyó en un principio, se ha demostrado que el suero consistente en la sangre de los supervivientes al virus no es efectivo en el tratamiento de la enfermedad.
En 1998, Maurice Iwu anunció en el Congreso Internacional de Botánica que el extracto de la fruta de Garcinia kola, un árbol de África occidental, utilizado por curanderos locales en otras dolencias, detenía el crecimiento del virus en pruebas de laboratorio. No obstante, a fecha de junio de 2005, aún no se han realizado pruebas con animales o seres humanos.
Recientemente se han producido experimentos en primates de vacunas que han resultado ser 100% efectivas, aunque aún no se ha probado en humanos.
Científicos del USAMRIID y otros institutos han logrado producir una vacuna de Virus Ébola desactivado montado en virus del resfriado común, que parece haber tenido éxito en ratones y monos. Esto da esperanza a todos aquellos que viven en zonas donde el Ébola es endémico, y puede ser el primer paso para la elaboración de otras vacunas.
Gran parte de las representaciones del virus Ébola en ficción y en los medios se considera exagerada.
Desde la aparición de los primeros síntomas hasta la muerte varía entre 3 y 21 días, siendo alrededor de 7 días la media.