Algunas personas parecen tener una predisposición innata para hacer determinadas cosas. Tal vez conozcas a una chica que tiene un don especial para el deporte — si le calzas unas bambas, saldrá disparada como una flecha. Algunas personas tienen un don especial para tocar un instrumento; es como si hubieran nacido sabiendo llevar el compás 4/4. Otros están naturalmente dotados para las matemáticas; si les planteas un teorema o una ecuación, los harás felices.
Pero hay personas que tienen dificultades para hacer algo que podría parecer que todo el mundo hace de forma natural: respirar. Cuando una persona tiene asma, a veces le cuesta respirar. Y cuando te cuesta respirar, es muy difícil que puedas correr como una fecha, hacer un solo de trompeta o, incluso, resolver una problema de aritmética.
El asma es un trastorno que afecta a los pulmones y que hace que una persona tenga dificultades para respirar. Es un trastorno frecuente: en Estados Unidos, por ejemplo, hay más de 6 millones de niños y adolescentes con este problema.
El asma afecta a los bronquios. Cuando una persona respira normalmente, el aire le entra por la nariz o por la boca y después baja por la tráquea y los bronquios hasta llegar a los pulmones, desde donde es expulsado de nuevo al exterior. Pero las personas que padecen asma tienen una propensión a que se les inflamen las vías respiratorias. Es decir, a que se les hinchen y produzcan grandes cantidades de una mucosidad muy densa. También son extremadamente sensibles, o hiperreactivas a ciertas cosas, como el ejercicio físico, el polvo o el humo de los cigarrillos. Esta hiperreactividad hace que los músculos lisos que recubren las vías respiratorias se tensen y se contraigan. La combinación de la inflamación de las vías respiratorias y la contracción de los músculos que las recubren provoca un estrechamiento de dichas vías que dificulta el paso del aire.
En la mayoría de la gente que tiene asma, las dificultades para respirar ocurren periódicamente. Cuando esto ocurre, se denomina crisis asmática — también conocida como ataque, episodio, o exacerbación de asma.
Cuando una persona tiene una crisis asmática puede toser, tener sibilancias (emitir un sonido como "un pito" al respirar), faltarle el aliento y sentir una fuerte opresión en el pecho. Muchas personas con asma comparan un episodio de asma con la sensación de intentar respirar a través de una pajita — cuesta muchísimo hacer llegar el aire a los pulmones y expulsarlo al exterior. Una crisis asmática puede durar varias horas, o más tiempo si la persona no se medica adecuadamente. Cuando remite la crisis, generalmente la persona se encuentra mucho mejor.
Entre crisis, la respiración puede parecer normal, o se pueden seguir presentando algunos síntomas, como la tos. Algunas personas con asma tienen siempre la sensación de que les falta el aliento. Otras personas con este trastorno pueden toser sólo por la noche o mientras hacen ejercicio y pueden no tener nunca una crisis perceptible.
Nadie sabe exactamente cuál es la causa del asma. Se cree que es una combinación de factores ambientales y genéticos (hereditarios). Un adolescente con asma puede tener un padre u otro pariente cercano que tiene asma o la tuvo cuando era niño. De todos modos, el asma no es contagiosa, de modo que no te la puede "pegar" nadie.
Los síntomas de asma pueden desencadenarse ante muchas cosas diferentes, y lo que provoca una crisis asmática en una persona puede no tener ningún efecto sobre otra persona que también sea asmática. Las cosas que desencadenan los síntomas de asma se denominan desencadenantes. A continuación, se mencionan algunos de los desencadenantes más habituales:
Hay muchas cosas que pueden desencadenar síntomas de asma en las personas que padecen este trastorno. Por ejemplo, en las chicas, el asma puede empeorar durante el período premenstrual (poco antes de la menstruación). E incluso la risa, el llanto o los bostezos pueden hacer que las vías respiratorias se contraigan en las personas con asma, desencadenando una crisis.
Muchas personas que padecen asma se les diagnostica durante la infancia, pero algunas no descubren que tienen asma hasta la adolescencia. Para poderte diagnosticar este trastorno, el médico te hará preguntas sobre los síntomas que presentas, cómo ha sido tu salud hasta ahora, la salud de tu familia, los medicamentos que estás tomando y otras cuestiones. Esto recibe el nombre de historia médica.
El médico también te hará un examen fisico. Es posible que te mande algunas pruebas. Las pruebas que utilizan los médicos para diagnosticar el asma incluyen la espirometría y la medición del flujo espiratorio máximo, que implican soplar aire dentro de unos aparatos que permiten medir el funcionamiento de los pulmones. Es posible que el médico también te mande pruebas de alergia para determinar si es alguna alergia lo que te está provocando los síntomas de asma, o pruebas especiales de ejercicio (llamadas pruebas de esfuerzo) para determinar si tus síntomas se desencadenan ante la actividad física. Algunas veces los médicos solicitan radiografías de tórax, pero generalmente esta prueba se practica para descartar otros problemas. Es posible que tu médico de cabecera te derive a un especialista para que te diagnostique y trate posibles alergias. Los médicos especializados en el tratamiento del asma incluyen los que se han formado en los campos de la alergia, la inmunología (el funcionamiento del sistema inmune) y la neumología (trastornos que afectan a los pulmones).
El asma no se puede curar, pero generalmente se puede controlar y se pueden prevenir las crisis. El asma se trata de dos formas diferentes: evitando los desencadenantes potenciales y con medicación.
Las personas que tienen asma deben evitar las cosas que les provocan los síntomas de asma. Por supuesto, algunas de las cosas que provocan los síntomas no se pueden evitar completamente (¡por ejemplo, coger un catarro!), pero sí se puede controlar la exposición a algunos desencadenantes, como la caspa de los animales domésticos.
En el caso del asma inducido por ejercicio, es preciso controlar el desencadenante (actividad física), más que evitarlo. Hacer ejercicio puede ayudar a una persona a mantenerse sana, y los médicos pueden ayudar a los atletas a encontrar tratamientos que les permitan practicar sus deportes favoritos.
Los médicos tratan cada caso de asma de forma diferente porque tanto la gravedad del asma de cada persona como lo que desencadena los síntomas difieren. Por este motivo, los médicos pueden elegir entre diversos medicamentos. La mayoría de los medicamentos que se utilizan para tratar el asma son inhalados (lo que significa que, para medicarse, hay que inhalar aire), pero los medicamentos para el asma también pueden adoptar la forma de comprimidos o jarabes. Pueden ser de dos tipos:
Algunas personas con asma sólo necesitan medicamentos de alivio rápido, mientras que otras utilizan tanto medicamentos de alivio rápido como medicamentos de control para mantener el asma bajo control. Cada persona necesita colaborar estrechamente con su médico para que éste pueda para crear un plan de acción contra el asma adecuado para su caso en particular.
Aparte de evitar los desencadenantes y de tratar los síntomas, las personas con asma generalmente necesitan llevar un control de su trastorno a fin de prevenir posibles crisis y ayudar a su médico a que vaya ajustando la medicación cuando sea necesario. Dos de las herramientas que los médicos facilitan a sus pacientes para que lleven a cabo este control son:
La mejor forma de controlar el asma es previniéndolo. Aunque los medicamentos pueden desempeñar un papel fundamental en la prevención de las crisis, también es muy importante el control ambiental. He aquí algunas de las cosas que puedes hacer para evitar entrar en contacto con los alergenos o irritantes que te provocan las crisis asmáticas:
¡El asma no tiene que hacerte renunciar a lo que te gusta hacer! No lo dudes. Te exigirá un poco de esfuerzo (¡y memoria!), pero, si te sigue un plan de acción contra el asma, tomas la medicación cuando te toca, aprendes a reconocer tus síntomas y tus desencadenantes y te haces controles médicos regularmente, podrás hacer todo lo que hacen los demás chicos de tu edad. Eso incluye cualquier tipo de actividad deportiva, incluso el esquí de montaña, la natación y el baloncesto.