¡No vuelvas a pegarme o me voy a Itarí !
A Itarí, ¿ por qué ?.
Porque allá tengo mujer y dos hijos.
Son las Palabras con que Munesh, un niño hindú de 6 años , reprendió a su madre por castigarlo.
Hasta aquí sólo era una broma de niño. Sin embargo, el extraño suceso se repitió llegando a intrigar a todo el barrio por los numerosos detalles que el niño daba. Finalmente, el caso llegó a oídos de un investigador que viajó a la lejana Itarí, encontrando a una viuda con dos pequeños cuyo marido había fallecido en las circunstancias que Munesh señalaba.
El encuentro entre ambos fue desconcertante y ante la oposición de la mujer, Munesh pidió "hablar a solas con su mujer de cosas íntimas". Una hora más tarde, una mujer con el rostro desencajado, salió del cuarto y exclamó "¡Es mi esposo!" .
Historias como esta se repiten y se han repetido desde antiguo, rodeadas de un halo de misterio y temor, de esperanza y desazón.
Para algunos se trata sólo de expresión de mentes enfermas. Para otros es sólo una manifestación de la materia. Para los más, la certidumbre de una vida más allá de la muerte. Para todos, el miedo de pensar que no somos quienes decimos ser.
Hoy en día, la retrospección hipnótica ha vuelto al tapete la discusión. Personas que jamás tuvieron recuerdos de vidas pasadas logran superar fobias o cuadros depresivos aceptando recuerdos de hechos ocurridos hace 300 años, con un lujo de detalles capaz de confundir al más escéptico.
Luego, la pregunta es válida: ¿existe la reencarnación?. Sin pretender agotar el tema, lo cual, parafraseando a Voltaire al hablar del alma, requeriría de cuatro mil volúmenes, presentaremos algunas posibles explicaciones a este fenómeno.
1. ACEPTAR QUE EXISTE LA REENCARNACIÓN.
Es decir el paso del alma errante de una persona ya muerta a un nuevo ser. Y digo "ser" pues en ciertas religiones orientales la vida es una suerte de espiral, donde se pasa de una existencia a otra. Así, lo que hoy es alma de hombre, mañana puede ser alma de ave, pez o flor.
Sin embargo, en nuestro occidental mundo, nos parece extraña la posibilidad de, siendo hoy humanos, ser mañana menos". La reencarnación es en nuestro lado del globo una nueva posibilidad, algo así como un examen de repetición.
Luego, siguiendo los presupuestos clásicos de la reencarnación, el alma entraría en el cuerpo de otro hombre al momento de su concepción. Sí lo hace de mutuo propio, por orden de un ser superior o por otra causa, no vamos a discutirlo, como tampoco su conditio sine qua non: que existe el alma y que ésta es inmortal.
Sin pretender profundizar más, podemos observar que, para aquellos que no crean en la existencia del alma, la reencarnación no explica sucesos como los recuerdos complejos de un sinnúmero de vidas pasadas. Y aún para aquellos que crean en ella, puede resultar chocante este brutal atentado a la libertad y la individualidad.
Pero, ¿existe otra respuesta?. Creo que sí ... y no sólo una.
1. ACEPTAR QUE EXISTE LA REENCARNACIÓN.
Es decir el paso del alma errante de una persona ya muerta a un nuevo ser. Y digo "ser" pues en ciertas religiones orientales la vida es una suerte de espiral, donde se pasa de una existencia a otra. Así, lo que hoy es alma de hombre, mañana puede ser alma de ave, pez o flor.
Sin embargo, en nuestro occidental mundo, nos parece extraña la posibilidad de, siendo hoy humanos, ser mañana menos". La reencarnación es en nuestro lado del globo una nueva posibilidad, algo así como un examen de repetición.
Luego, siguiendo los presupuestos clásicos de la reencarnación, el alma entraría en el cuerpo de otro hombre al momento de su concepción. Sí lo hace de mutuo propio, por orden de un ser superior o por otra causa, no vamos a discutirlo, como tampoco su conditio sine qua non: que existe el alma y que ésta es inmortal.
Sin pretender profundizar más, podemos observar que, para aquellos que no crean en la existencia del alma, la reencarnación no explica sucesos como los recuerdos complejos de un sinnúmero de vidas pasadas. Y aún para aquellos que crean en ella, puede resultar chocante este brutal atentado a la libertad y la individualidad.
Pero, ¿existe otra respuesta?. Creo que sí ... y no sólo una.
2. NO TODO LO QUE RECORDAMOS LO HEMOS VIVIDO.
El cerebro humano normal posee la capacidad de razonar sobre sí mismo, pudiendo autoanalizar sus procesos cognitivos y de respuesta a los estímulos.
Este proceso, que puede ser conciente o inconciente, lo denominamos "conciencia de la conciencia" y es una manifestación de la Ley de complejización-centración que explica, según Chardin, la evolución humana.
Al encontrar un defecto, una falla, debe mejorarlo de una forma tal que, ante un nuevo autoanálisis, pueda ser admitido como correcto. Ahora bien, como nada aparece más correcto que lo vivido, el cerebro podría crear una imagen o una idea verbal que luego insertaría como recuerdo en aquella área del pensamiento o la experiencia en que existe la falla. Luego, al autoanalizarlo nuevamente, el cerebro asume la experiencia como vivida, cerrando el círculo...
Lo anterior nos permitiría explicar desde situaciones tan cotidianas como el "sabía que me iba a ir mal" o "sabía que me iba a pasar", hasta situaciones tan complejas como el caso de un sujeto que, bajo hipnosis, comprendió que su miedo a las sirenas de bomberos se debía a que, a comienzos de siglo, fue un caballero del fuego que falleció en un incendio.
Si admitimos como cierto este fenómeno, podemos comprender el epígrafe y decir que, si bien todas las vivencias dejan un recuerdo, no todos los recuerdos provendrían de una vivencia.
Sin embargo, esto no nos permite dar respuesta a aquellos casos como el de Munesh, en que las recreaciones son más complejas, e incluso, ratificables por la constatación de la realidad de los hechos relatados.
¿Debemos admitir como cierta la reencarnación para esos casos extremos?, en principio no...
3. LA MEMORIA COLECTIVA.
Cuando se probaba uno de los primeros radiotelescopios destinados a "oir" las ondas electromagnéticas provenientes del espacio profundo, un débil eco fue captado. Al principio se pensó que habíase encontrado el quejido del Big-Bang, pero al ser analizada se descubrió, con sorpresa, que en parte se trataba de una transmisión hecha por Marconi...¡el siglo pasado!. Situaciones como estas se han vivido con posterioridad, captándose, entre otras, las señales de auxilio de barcos o aeronaves perdidas tiempo atrás.
El desconcierto duró hasta que se descubrió que la tierra estaba rodeada de una barrera magnética que impedía a las radiaciones electromagnéticas y otras, ingresar en nuestra atmósfera.
Luego nos podemos preguntar si no pueden entrar ¿pueden salir?. ¿Puede ser que una parte de las emisiones electromagnéticas producidas en la tierra queden atrapadas en nuestra atmósfera hasta ser captadas o anuladas por otras?. Admitamos que sea cierto.
Por otra parte, como hoy sabemos, nuestro cerebro trabaja en base a circuitos electrónicos. También sabemos que toda corriente eléctrica genera un campo magnético. Entonces, si nuestra propia actividad mental produce ondas electromagnéticas... ¿pueden nuestras ideas, recuerdos y pensamientos escapar de la tierra?. Si admitimos como cierto lo expuesto en el párrafo anterior, solo nos que da admitir como cierto lo último expuesto.
Ahora bien, si un sistema hecho para captar ondas electromagnéticas (radiotelescopio) puede captar estas señales perdidas, ¿por qué no podría hacerlo el sistema electromagnético de nuestro cerebro?.
Admitido lo anterior, el cerebro, para subsanar lo defectos que encuentra en su autoanálisis, ya no sólo podría crear un recuerdo, sino aún más, podría capturar un recuerdo o un pensamiento flotante de una persona viva o muerta.
Las respuestas anteriores no buscan responder profundamente el enigma propuesto. Sólo nos permiten demostrar que nuestros conocimientos pueden ya explicar fenómenos tan extraños de la existencia humana sin tener que recurrir a la metafísica o la fe. Nos basta lo que somos y poseemos para comprender la vida de un modo racional y objetivo.