El ser humano, curioso y misterioso a la vez, capaz de lo mejor y de lo peor, pero según mi parecer con un arma muy superior a todas las bombas del planeta juntas, el cerebro, que creo tiene mucha culpa sobre el siguiente enigma: los retornados de Chernobyl.
Aunque la ciudad más emblemática de la catástrofe de Chernóbil es Pripyat, con sus amplias avenidas y colosales edificios abandonados, tras la explosión del reactor fueron al menos 96 aldeas y dos ciudades las que quedaron deshabitadas y, en teoría, inhabitables para los próximos 24.000 años. Sin embargo, unas decenas de personas prefirieron convivir con la radiación a abandonar sus hogares:
Cuando el 26 de Abril del 1986, a la 1:23:48 de la madrugada, explotaba el 4º reactor nuclear, modelo RBMK-1000, de la central nuclear de Chernobyl, se desató la peor tragedia medioambiental de la historia del planeta. Pero no sólo cambió el planeta, cambió la vida de las personas, sobretodo de las de los alrededores.
Una vez el gobierno soviético decidió evacuar las ciudades de Pripyat, la mas importante, y Chernobyl, que daba nombre a la central nuclear, muchas personas ya estaban siendo evacuadas contaminadas de radioactividad, muy enfermas. Fueron evacuadas y reubicadas en ciudades de la antigua URSS, en estas ciudades muchas personas morían y otras quedaban enfermas para toda la vida.
Pero aparte de las ciudades, también evacuaron más de 70 aldeas, unas aldeas ocupadas por unos campesinos que no querían abandonar sus casas, personas que día tras día y noche tras noche intentaban volver a sus contaminadas casas, siempre encontrándose con la negativa de los soldados soviéticos. La situación llegó a un punto en la que el ejército les dejó pasar a la zona de exclusión y así volver a sus casas, retornaron unas 500 personas, estos campesinos contaban que habían vivido dos guerras y toda la vida habían estado en sus casas, igual que sus antepasados y que una cosa que no se ve (refiriéndose a la radioactividad) no les iba a echar.
Repararon sus casas que más bien parecían chabolas, empezaron a resembrar los campos y criar ganado, pero una de las sorpresas que se encontraron fue que ya no eran igual las verduras u hortalizas recogidas. Por ejemplo, los tomates por fuera eran normales, pero si los abrían tenían el corazón negro, y eso a ellos le daba igual, porque pensaban que si lo daba la tierra era bueno.
Un anciano pasea en su bicicleta por una antigua avenida soviética, vacía, silenciosa y comida por la naturaleza, gira por una esquina y desaparece. Es un retornado o samosely, como llaman a la gente que decidió volver a sus casas después de ser evacuados tras el accidente de Chernóbil. Viven en la zona de exclusión, el radio de 30 kilómetros alrededor de la central, altamente contaminado por el estroncio 90 y el cesio 137 (datos aproximados). El lugar más contaminado del mundo.
Es el caso de Anna Ivanova, de 77 años. Anna vive sola en la aldea de Velyqui Clischy y pasa su tiempo en la Iglesia ortodoxade la zona, donde, por falta de cura, también imparte misa. Olga Rudchenko, que roza los 80 años, cuenta que lloró cada noche durante ocho años, en su desesperación por volver a casa. Ahora es feliz viviendo nuevamente en su hogar, en la ciudad de Chernóbil.
Pero no sólo viven ancianos en la inmediaciones de la central. En la aldea de Obihodi también viven familias con niños, todos ellos muy enfermos. Sus padres no creen que la radiactividad sea la causa de los problemas de tiroides y los casos de leucemia de sus hijos. La mayoría de adultos parecen estar sanos.
Sin embargo, si hay una historia que levantó ampollas en la sociedad ucraniana fue la de Mariika, nacida en 1998 en plena zona de exclusión. Tras desatarse una polémica nacional entre los que estaban a favor y en contra de que la niña viviera allí, las autoridades llegaron a un acuerdo con su familia. Ahora estudia en un internado en Kiev, aunque sigue pasando los fines de semana en su hogar contaminado.
Gran parte de los retornados no creen en la radiactividad, no la pueden ver, y ellos se sienten bien, así que siguen comiendo las fruta y verdura que cultivan en sus tierras altamente radiactivas, bebiendo vodka fabricado con agua de la zona contaminada y burlándose de las precauciones que toman los pocos turistas que, en muy contadas ocasiones, pasan por allí. Resulta chocante teniendo en cuenta las tres prohibiciones de las autoridades para quienes se disponen a entrar en el área de exclusión: nada de recoger setas, nada de cazar animales y nada de beber agua de los manantiales locales.
Aldeas sepultadas
La mayoría de retornados dicen que decidieron volver a sus hogares por el apego a sus tierras o por el rechazo social sufrido en las ciudades donde fueron reubicados, ya que muchos ucranianos temían que fueran contagiosos. Se dice que llegaron a ser unos mil en los años 90, y que tras varios intentos de los militares para expulsarlos, finalmente les permitieron que se quedasen en sus hogares, en la zona más contaminada del mundo.
Pero no está claro que todos volvieran por deseo expreso. Algunos cuentan como los militares “los trajeron” y que a su regreso sus casas estaban arregladas, limpias y preparadas para ser de nuevo habitadas. Algo que contrasta con las decenas de aldeas cercanas que fueron sepultadas bajo toneladas de tierra y de las que ahora sólo queda un pequeño montículo.
Sea como fuere, muchos de ellos constituyen un misterio médico, viven en áreas con niveles de radiactividad mortales, y sin embargo, están sanos. “¿Miedo a la radiactividad? Yo no tengo miedo. Los otros han ido muriendo y yo siga viva.” concluye una de las octogenarias aldeanas con una sonora carcajada.
Aún hoy en día hay gente en ciudades como Kiev o incluso en un país como Bielorusia que está muy enferma, con problemas crónicos, pero en cambio los retornados están sanos, inspeccionados una y otra vez por médicos y científicos, y si un cuerpo humano podría aguantar entre 15 y 20 microroentgen sin peligro, esta gente ha llegado a estar expuesta hasta a 100.000 microroentgen, y están sanos ¿Su cerebro prevalece sobre su organismo? ¿Su organismo se ha adaptado al terreno y por consiguiente a la radiación? Sin duda y como dicen los científicos, los retornados son la paradoja de Chernobyl.
Fuente:
alotroladodelmisterio.net
intereconomia.com