Existen muchas creencias respecto a los hombres que son considerados seductores o mujeriegos, una de las principales es que son felices y plenos, y que siempre están en buena compañía.
Es importante indicar que no todos los mujeriegos son iguales, existen los que simplemente han decido no comprometerse y llevan este estilo de vida, pero también están aquellos que se encuentran atrapados en la frustración de no desear a la mujer que aman y no amar a la mujer que desean. Este tipo de “donjuanes” se ven inmersos en una soledad que buscan calmar con más infidelidades.
¿A quién le miente este hombre? En principio le miente a otras mujeres pero principalmente se miente a él, ya que busca en los vínculos que establece una manera de estar en el mundo en que usa y es usado, con profundo miedo al compromiso y culpas cuando es consciente del daño que hace.
¿Qué les queda a tantos hombres luego de un encuentro furtivo y volver al mundo de siempre? La desgarradora soledad, escoltada de una sensación de vacío, y el gran dolor de ni siquiera recordar el nombre de su amante de la noche pasada.
Algunos de ellos asocian su desbordado gusto por las mujeres a la herencia familiar, es decir al legado de mujeriegos de la estirpe.
Podemos pensar que en el mujeriego más allá de su soledad, también hay un gran sentimiento de frustración, en el sentido de no poder desear a la mujer que ama, y no amar a la mujer que desea.
Muchos hombres mujeriegos se encuentran profundamente lastimados en su masculinidad ya sea por un padre que violentó y deshonró a otras mujeres o por los sometimientos y maltratos que este padre tuvo con el propio hijo.
La respuesta es clara: estos hijos, lamentablemente, tendrán que caminar demasiado para entender que ellos son distintos a este padre, quien a la larga los abandonó, y ahora ellos son condenados a vivir con ese sentimiento de abandono al pasar de una a otra mujer, proyectando en ellas “el sentimiento de abandono”, en realidad muy propio de ellos. Es decir, la historia se repite una y otra vez.