El Pato Donald acosó a una mujer que visitaba Disneylandia. Una mujer de 27 años ha denunciado que un empleado de este parque temático la hostigó sexualmente hace dos años, motivo por el que se decidió a demandar al complejo. Esta madre de dos hijos asegura que el hombre disfrazado le tocó los pechos, tratando luego de simular que era una broma. Desde entonces, ella sufre"ansiedad y pesadillas".
Un empleado 'metió mano' a una mujer disfrazado del Pato Donald. Foto: Archivo.
April Mologon acudió al Epoc Center de Orlando (Florida, EEUU) con sus dos hijos en 2008. No obstante, lo último que esperaba era lo que iba a suceder: un empleado de la compañía Walt Disney, disfrazado como el Pato Donald, manoseó su busto, motivo por el cual esta estadounidense reclama ahora una indemnización de 50.000 dólares (39.000 euros) a la compañía Walt Disney.
De poco le sirvió a Mologon llevar en brazos a uno de sus hijos, ya que el acosador siguió toquiteándola, según recoge el Daily Mail en su edición de este jueves.
El incidente ha provocado un traúma a April, además de "severos daños psicológicos", "cefaleas", "ansiedad aguda", "sudores fríos", "insomnio", "pesadillas" y "problemas digestivos".
Un portavoz de Disney, Bryan Malenius, ha declarado que responderán a las acusaciones "en el juzgado", pero que todavía no habían tenido acceso a la denuncia.
No es la primera vez que Disney debe afrontar un caso similar. En el año 2004, un trabajador llamado Michael Chartrand, fue acusado de tocar a una madre y a su hija menor cuando estaba disfrazado de Tigger, de 'Winnie The Pooh'.
El hecho ocurrió en el jardín privado 'Semillita', ubicado en la ciudad de Calama (1.500 kilómetros al norte de Santiago), donde una maestra detectó que la menor perdía el equilibrio y se cobijaba en los brazos de sus compañeras.
Al acercarse a ella, la profesora percibió que la niña presentaba un fuerte aliento alcohólico y la llevó al hospital donde, tras varios exámenes, los médicos optaron por practicarle una prueba de alcoholemia, que resultó positiva.
Tras dos horas con suero la menor fue estabilizada, desintoxicada y luego dada de alta y enviada a su casa.
"Ella estaba muy mal, uno la trataba de parar y no se podía, se caía, lloraba, le dolía el estómago y el aliento que tenía en la boca era de alcohol", dijo Damary Durán, la madre de la menor, quien acudió al hospital alertada por la emergencia.
Durán aseguró que su hija no llegó en ese estado al salón de clase, por lo que pidió determinar qué fue lo que ocurrió.
Una caja de whisky escocés fue abierta hoy más de un siglo después de ser enterrada bajo el hielo de la Antártida, anunciaron las autoridades de Nueva Zelanda.
Los expedicionarios de Shackleton se servían de cuerdas atadas a montículos de hielo para guiarse en las tormentas, según muestran las fotografías de la expedición.
El hielo ha permitido conservar incluso la paja utilizada para proteger las botellas de whisky contra los golpes. CANTERBURY MUSEUM
Varias semanas después de que se iniciase el proceso de descongelación en una habitación del Museo de Canterbury, en la ciudad de Christchurch, la caja reveló su contenido: once botellas de la marca McKinlay & Co pertenecientes al explorador irlandés Ernest Shackleton.
Las botellas estaban envueltas en papel y paja para protegerlas durante el viaje al continente helado que en 1907 emprendió Shackleton al frente de la expedición Nimrod. Según los arqueólogos que manipularon las botellas, el whisky -destilado en 1896 o 1897- se encontraba todavía líquido y en excelente estado de conservación pese a los temperaturas de 30 grados centígrados bajo cero que soportó durante más de cien años.
El tesoro alcohólico pertenece ahora a la Sociedad para la Conservación del Patrimonio Histórico de la Antártida de Nueva Zelanda, que extraerá muestras del alcohol antes de volver a depositar la caja en el mismo campo donde fueron encontradas en 2006, como obliga el tratado de preservación histórica firmado por los doce países que coadmnistran el continente helado.
Duplicar la mezcla
Las muestras, obtenidas con una jeringuilla a través del tapón de corcho, serán entregadas a la destilería Whyte & Mackay, que distribuye la marca McKinlay e intentará analizar la composición para duplicar una mezcla cuya receta original ya no existe.
Entre 1907 y 1909, Shackleton fracasó en varios intentos por ser el primero en llegar al Polo Sur, y su expedición se quedó sin provisiones cuando se hallaba a 160 kilómetros del objetivo, que alcanzó en 1911 el noruego Roald Amundsen.
El pequeño de ocho años trabajando en su próximo trabajo. Foto: AP
"Las vacas son lo más fácil de pintar", dice Kieron, que acaba de cumplir ocho años. "No tienes que preocuparte mucho por los detalles". "Los caballos son mucho más difíciles. Tienes que hacer bien las piernas, y tienes que hacerles las patas de atrás mucho más grandes que las de alante".
Este niño prodigio, apodado 'mini Monet' por la prensa británica es toda una sensación. Las 33 obras de su última exposición que incluyen pasteles, acuarelas y oleos, fueron vendidas en media hora por un total de 150000 libras (183396 euros). Compradores de todas partes incluso de Estados Unidos, hicieron cola en la puerta de la galería y hay unas 3000 personas en lista de espera para adquirir uno de sus paisajes impresionistas de campos nevados, lagos y cielos azules.
Tiene una página web y una tarjeta de crédito. Extranjeros se acercan a él en la galería, pidiéndole que les firme postales de su trabajo. Periodistas de todo el mundo viajan a su pequeña ciudad en el este de Inglaterra para entrevistarle. A Kieron todo esto no le llama especialmente la atención. "Para mi es normal", dice. Para sus padres, Keith y Michelle Williamson, todo esto no es normal en absoluto. Están desconcertados, orgullosos y un poco agobiados por el talento de su hijo y sus efectos. "Ha sido demasiado", dice Michelle Williamson. Ella y su marido, marchante de arte viven en un pequeño apartamento con Kieron y su hermana de seis años, Billie-Jo.
Kieron era un niño normal muy enérgico y sus padres se sorprendieron cuando empezó a pedir lápices y papel durante unas vacaciones en Cornwall, hace dos años. Se quedaron alucinados cuando su
hijo de cinco años realizó un dibujo de barcos en un puerto. El niño progresó rápidamente hasta realizar paisajes, muchos pintados desde el apartamento, del campo de Norfolk, cercano a su casa.
"Keith y yo no pintamos, así que nos resulta difícil entender qué se le pasa por la cabeza", dice la madre.
"No lo entendemos. No sabemos de donde viene esto. Pero el está convencido de que es lo que quiere hacer. Cuando tu hijo tiene un don y un talento así, tienes que apoyarle".
Esto no ha hecho que a los Williamson les preocupe menos si están haciendo bien en exponer al niño a tanta atención. Mostraron el trabajo de Kieron en una galería local, que ha organizado dos exposiciones y les está ayudando a enfrentarse con esta ola de interés global. "No me parece natural poner a tu hijo en el objetivo de los medios de comunicación", dice Michelle. "Nos hemos encontrado con muchos tiburones. Sólo ven el tema económico. No se preocupan del lado emocional. No puedes separar el arte del propio Kieron".
Un niño rubio y tranquilo, vestido con un polo rojo, pantalones cortos y zapatillas, no parece el prototipo de prodigio artístico.Le gusta el futbol juega como defensa en el equipo del colegio- y jugar por las playa cerca de su casa en Holt, una bonita ciudad a 200 kilómetros de Londres.
Cuando habla de su trabajo, lo hace con una chocante mezcla de carácter adulto e infantil. Puede discutir sobre la elección de sus colores y la interacción de luces y sombras, pero también recuerda detalles más idiosincrásicos.
A sus padres les encanta que la gente pueda verlo mientras trabaja, ya que elimina cualquier duda de que las pinturas no sean suyas.