Una anciana de 101 años en una aldea de la provincia central china de Henan ha desarrollado un sorprendente cuerno de color negro y casi seis centímetros de largo en la parte izquierda de su
frente, lo que ha causado cierto temor entre los vecinos de la localidad, informó el oficial "Diario del Pueblo".
La anciana, llamada Zhang Ruifang, vive en el pequeño pueblo de Linlou, y desde el año pasado le ha crecido una protuberancia que ahora mide unos seis centímetros y tiene un aspecto muy similar
al asta de una cabra, contó el diario, que ofrece fotos del fenómeno
El cuerno, formado por queratina (sustancia que también se encuentra en los pelos y las uñas humanas) no causa dolor ni molestia a la anciana, aunque algunos vecinos sí han reconocido que el
cuerno "da miedo".
Zhang, ajena a esos temores, sale todos los días a pasear y lleva a cabo algunas labores domésticas, viviendo con la familia de uno de sus siete hijos.
Las imágenes de la anciana "cornuda" han aparecido ya en muchos medios de todo el mundo, especialmente en la prensa anglosajona, donde se ha destacado que este tipo de protuberancia es un tumor
benigno que suele aparecer con frecuencia en personas de la avanzada edad, aunque muy raramente alcanza tamaños tan grandes.
En la parte derecha de la frente, a la mujer le está apareciendo una protuberancia similar, también de color negro, aunque por ahora de mucho menor tamaño y con el aspecto de una simple peca.
Varias llamadas a la organización protectora de animales El Refugio, de Madrid, alertando de una situación que se estaba viviendo en la carretera entre Ávila y El Espinar. Una perra protegía, poniendo en peligro su propia vida, a su compañero, un perro color canela que se encontraba tendido, muerto, junto a la cuneta, tras haber sido atropellado.
Dulcinea, que así es como se le ha puesto de nombre a la protagonista de esta historia, estuvo 15 días protegiendo los restos de su compañero y siendo observada por las muchas personas que, a diario, pasan por esta vía. “Parece que lo defiende y, aunque se vaya muy lejos, porque se asusta con la gente, siempre vuelve”, relataba Alejandra, una de las personas que avisó a la protectora de animales, alertando de la situación.
Fueron varios los intentos que tuvieron que hacerse para conseguir capturar al animal. Con la cerbatana, finalmente, se consiguió, evitando, así, que Dulcinea siguiera los pasos de su compañero y se sumara a la cifra de los cerca de 3.000 perros que fueron atropellados en las carreteras durante el año 2008.
Ahora, Dulcinea, una perra de color blanco y gris, mestiza, de aproximadamente un año de edad, comparte celda con Narnia y Calcetines y espera, alejada ya de su compañero muerto, una familia que la adopte.
Dos ampollas de cristal con los supuestos fantasmas de un anciano y una joven fueron vendidos por casi 2.000 dólares en Nueva Zelanda, informó la televisión local.
Una compañía que comercializa sistemas electrónicos para dejar de fumar se hizo con ambas después de que el portal de subastas 'online' Trademe anulara por fraudulenta una puja que había elevado
el precio hasta casi 5.000 dólares.
La dueña de los presuntos espíritus, Avie Woodbury, afirma que los compró a un exorcista de una secta que los había capturado en su casa y atrapado en dos contenedores llenos de agua
bendita.
Woodbury sostiene que los fantasmas pertenecen a Les Graham, un hombre de avanzada edad que murió en la casa hace casi cien años, y una pequeña que corrió la misma suerte tras visitar la vivienda
e intentar resucitar a Graham jugando con una ouija.
Según la propietaria, los espíritus le dificultaban comer y conciliar el sueño.
"A veces las botellas se ponían como a hervir, sentía que unas manos me tocaban el cuello, oía voces procedentes de habitaciones vacías, y otras cosas raras", aseguró.
Woodbury añadió que también sentían la presencia de lo sobrenatural su perro, que se negaba a entrar al "cuarto de los fantasmas", o su sobrina, que hablaba con la niña muerta.
Los fenómenos continuaron hasta junio del año pasado, cuando decidió encerrar a los espíritus en dos ampollas de cristal
El padre de 41 años y la madre de 25, desempleados los dos, se ocultaron en la casa de un pariente al norte de Seúl. La pareja, bajo arresto tras haberse dado a la fuga, alimentaba a
la menor sólo una vez al día en una pausa mientras dedicaban hasta doce horas a jugar en línea en un café Internet. La autopsia policial certificó la muerte del bebé por
desnutrición.
No es la primera muerte relacionada con la adicción a los videojuegos. Hace sólo un mes murió un hombre de 32 años después de jugar durante cinco días seguidos sin descansar ni
comer. Los juegos multijugadores son considerados en Corea del Sur como un deporte, debido en gran parate a que la población posee la red de banda ancha más rápida del mundo.
En 1899 los habitantes de una vivienda en la aldea de Anllóns aseguraron que el edificio estaba poseído, hoy está rehabilitada y del maligno nunca más se supo
Corría el año 1899 cuando la anciana Juliana Rodríguez empezó a notar cosas raras en su casa de la aldea pontecesana de Anllóns. Algo no iba bien en la pequeña vivienda de piedra.
Se levantaba por la mañana y se encontraba revueltos los muebles de la cama. Los huevos le aparecían vacíos y también algún que otro esputo decoraba su ropa.
Tras un tiempo viendo como algo removía las brasas de la lumbre, le tiraba de los pelos y la cubría de arañazos, decidió visitar al cura, Juan Antonio Combarro, para contarle los motivos de sus cuitas.
La historia la relata magistralmente José María Castroviejo en un libro, El pálido visitante , que puede encontrarse en la Biblioteca 120 de La Voz. El mismo autor titulaba un artículo publicado en La Vanguardia , en 1971, Jaranas diabólicas , referido a los mismos sucesos de la vivienda de Tella.
Aquello, al parecer, fue algo más que visiones de una mujer de avanzada edad. De hecho, la prensa de la época se hizo eco profusamente de los extraños sucesos de la aldea de Anllóns, y todavía en los años 50 periódicos como La Voz de España , editado en San Sebastián, recordaban un caso que pudo ser uno de los primeros de posesión diabólica de una vivienda en la historia de España. Y eso mucho antes de que la televisión y el cine se centradrn en esos asuntos. Faltaba poco menos de un siglo para que padre Carras se hiciera famoso en El exorcista cuando en Tella se preparaban para poner en práctica esos rituales.
Eso sí, ni a la buena de Juliana Rodríguez ni a su nieta, María Cundíns, que entonces contaba 12 años y con la que compartía vivienda, les daba vuelta la cabeza. Tampoco echaban sapos y culebras por la boca. Era la casa la poseída y el diablo, quien sabe por qué, se ensañaba con las habitantes de las cuatro paredes.
El párroco Juan Antonio Combarro, hombre al parecer poco dado a fantasías, recetó a la mujer el rezo del Santo Rosario y frecuentar los Sacramentos. Pero el cura acabó creyendo cuando, ante la insistencia de la mujer, se trasladó a la vivienda y vio, con sus propios ojos, los hechos insólitos que allí acontecían.
Los hechos los recogió en un libro hoy inencontrable el presbítero Ricardo Sánchez Varela, que los oyó de los labios del sacerdote. Eva y María. Fenómenos diabólicos y milagros que demuestran el cumplimiento de la promesa hecha en el Paraíso , se publicó en 1925 en Barcelona.
No solo el cura vivió las diabluras en sus propias carnes. Fueron muchos los que se acercaron a la vivienda para conocer cómo se manejaba el demonio en el ámbito doméstico. Al parecer, lo hacía con soltura, si bien no era muy dado al orden y la limpieza. Tanta soltura que el entonces arzobispo de Santiago, el cardenal Martín de Herrera, llegó a nombrar una comisión de canónigos para estudiar el caso.
Tampoco el prelado creyó al principio en que las diabluras fueran cosa del maligno, hasta que las escuchó de boca del cura, «al que concedió entonces cuantas facultades podía darle para usar los exorcismos y demás remedios de la Iglesia», cuenta Castroviejo.
Y es que el diablo no se limitaba a armar barullo con hechos puntuales, sino que perseveraba en el tiempo en sus travesuras, de las que llegó a levantarse acta notarial.
Uno de los testigos de los inquietantes hechos fue el entonces farmacéutico de Ponteceso, Severiano Mesías. Escéptico, no fue a la casa de Juliana hasta que su amigo, el señor Mosquera, juez municipal, le aseguró que aquellas cosas eran ciertas.
Se acercaron a la casa una noche y, después de registrar pormenorizadamente los alrededores, entraron. Al pasar la puerta cayó a sus pies una losa bajo la que las dos habitantes de la casa escondían la llave. Al rato de sentarse frente a la lumbre, vieron caer una piedra al suelo. Luego fue otra más, y después una auténtica granizada. Severino esquivó los impactos y fue amontonando las piedras, pero del montón iban desapareciendo algunas misteriosamente. Acabaron marcándolas para tenerlas controladas, pero, pese a su celo, al final de la noche de todas cuantas habían caído solo quedaban trece.
Pero la diablura de las piedras no fue nada comparada con la que presenciaron en su siguiente visita, unos días más tarde. Llegó el boticario de nuevo acompañado a la casa y se quedó al sol, con sus amigos, en el exterior. Al rato vieron volar ante ellos un cesto de patatas, boca abajo y cargado de tubérculos que no se caían. Después, cada uno de los integrantes del grupo, a plena luz del día, fue concienzudamente abofeteado por una mano invisible.
En El Eco de Santiago escribió entonces un estremecedor relato el periodista Prudencio Landín: «Elévanse en alto los tizones de la lumbre y otros objetos varios; caen patatas que, colocándose unas sobre otras, en forma de pirámide, mantiénense en perfecto equilibrio; de un armario, cerrado con llave, salió un pilón de una balanza romana, viniendo a caer en la cocina, a los pies de los circunstantes; siéntense silbidos agudos y estridentes; percíbese el ruido de los golpes y el chasquido de las bofetadas que con frecuencia recibe la pobre mujer, la cual es arrastrada por los cabellos».
No dejan de ser chocantes las manifestaciones del maligno. La anciana murió a los pocos años y la nieta, que también llevó de las suyas, emigró a América. El diablo, con la casa vacía, pareció perder el interés por manifestarse y el exorcismo no se llegó a practicar.
La vivienda la restauró hace unos años el joven biólogo Javier Nogueira. La Voz contaba, hace tres años, que volvía a estar habitada. Sin embargo, a Nogueira el demonio parece haberlo dejado tranquilo. Tal vez ande por otras latitudes haciendo volar patatas y otras cosas milagrosas.
La presencia de un supuesto fantasma en una exposición de Salvador Dalí que se realiza en Mérida (sureste de México), ha causado revuelo entre los internautas mexicanos. Algunos portales informativos se han hecho eco de la presunta aparición de «una presencia extraña» en una sala en la que se exhiben las obras del reconocido pintor.
Un día después de la inauguración de la muestra Las miradas del sueño en la capital yucateca, que incluye algunas obras cedidas por la Fundación Museo de Artes del Grabado, varios miembros de la guardia municipal se percataron de la presencia de una «persona» a través de las cámaras de seguridad.
Ante el temor de un posible robo, dos agentes armados se dirigieron a la sala pero no encontraron a nadie. Sin embargo, el vídeo de las cámaras de seguridad que circula en Internet muestra claramente una sombra que se desplaza por el centro cultural.
En un momento dado, la sombra se sitúa detrás de los agentes que reciben instrucciones de sus compañeros para ubicar la «extraña presencia».
En las imágenes se puede ver a los agentes intentando tocar al «fantasma» siguiendo las instrucciones de sus compañeros.
Pese a que ninguna autoridad ha confirmado la originalidad del vídeo, éste circula en varias webs causando el asombro de los internautas